Literatura

CIGANA ROMANCARO

Skano de la originala artikolo«Cigana Romancaro» es, está clarísimo, el «Romancero Gitano».

¿En qué lengua? En una que habría hecho las delicias de Federico de haber tenido tiempo de conocerla. Aunque quién sabe. A lo mejor él era un esperantista consumado. De Lorca pueden esperarse o esperantarse, todavía hoy, todas las sorpresas. Yo tuve el primer contacto en bloque con esperantistas —hasta aquella mañana radiante de Oviedo tan sólo los había conocido uno a uno— un domingo de hacia 1925 en la calle Uría. Venían de la estación desfilando para ofrecer después un concierto y venían cantando en esperanto canciones asturianas. El asombro de los ovetenses y, por parte de algunos dados al buen humor, el regocijo, no son para descritos. Al frente de su cortejo venía un militar, creo que a la sazón capitán, que luego habría de hacer famoso su nombre en la guerra: Mangada.

Ahora, por mi mala suerte, me he perdido el conocer, aunque confío en que tenga tiempo y lugar pronto un encuentro —por supuesto, pacífico— a un ilustre tocayo, don Fernando de Diego. Vino amablemente, espontáneamente y sin avisar, a mi casa a hora en que yo no estaba. Saludó a mi mujer y me dejó un ejemplar de su «Cigana Romancaro». Con antelación me había favorecido con el envío postal de un número de su revista, editada en Zaragoza si no recuerdo mal, porque de momento no sé dónde la he metido, también en esperanto. En tal número venia una versión suya de mi soneto «El ciprés de Silos» junto a un poema de Juana de Ibarborou. La traducción era impecable. Fidelísima a lo que pude colegir, porque siempre hay un tanto por ciento de palabras cuyo exacto significado no conozco: sonaba bien y constaba de todos sus versos, rigurosamente endecasílabos y acentuados como es de ley. Y, además, rimado con rima asonante. Un primor, y para mí un homenaje inmerecido.

Este nuevo libro viene enriquecido con unas palabras, un «Antauparolo» [«Antaŭparolo»] (también está clarísimo) de William Auld y con una «Enkondoko» [«Enkonduko»] (que ha de ser introducción) del propio traductor, por cierto, muy fina como estudio de los valores poéticos del texto. También en los romances se respeta, en el artificial idioma, la fonética rítmica y la exactitud métrica. Funcionan las asonancias, con lo cual demuestra el esperanto una cualidad que no poseen la mayor parte de las lenguas europeas, los octasílabos son impecables y todo fluye que da gusto.

Confieso que a mí —aparte de mi fe o esperanza, que ha variado según las épocas de mi vida, en su triunfo y posibilidad de arraigo universal— siempre me ha sido muy simpática la empresa de los esperantistas. Y ello se debe a que constituyen una inmensa minoría de agrupación a cara descubierta, y no a cencerros tapados como otras internacionales de las que no quiero acordarme, pero que a mí y a muchos nos causan desasosiego con sus procederes misteriosos. A juzgar por las muestras de estas ardidas versiones poéticas, el esperanto es vehículo propicio al ritmo y a la calidad tan bien imitadas del natural que natural se diría. Véase cómo suena, aunque sea pronunciada por boca profana en fonética esperántica, un fragmento del «Somnambula Romanco», que no puede quedar más propio.

Lorca: Cigana RomancaroVerda, ĝin mi volas verda.
Verda vento. Verdaj branĉoj.
La ĉevalo sur la monto
kaj la ŝipo sur la maro.
Kun la ombro ĉe la zono
kaj arĝento-frida gapo,
verda karno, haroj verdaj,
pensas ŝi en la verando.
Verda, ĝin mi volas verda.
Sub cigana lunoklaro
la ĉirkaŭo ŝin observas,
sed ŝi vidas nur la vakon.

Verda, ĝin mi volas verda.
Grandaj steloj el gel-grajnoj
venas kun la fiŝo ombra
en aŭrora avangardo.
La figarboj frotas venton
per la smirgo de la branĉoj,
kaj la monto foineca
sin hirtigas per agavoj.
Kui venos...? Kaj de kie...?
Dume ŝi en la verando,
verda karno, haroj verdaj,
pensas pri amara maro.

Gerardo DIEGO
De la Real Academia Española

NOTA: Este artículo fue publicado en la “tercera” de ABC el 17 de octubre de 1972, acompañado de una foto de Federico.