9.2.08

 

Un informe de intelectuales

¿Sirven para algo los informes de los Grupos de Intelectuales patrocinados por organizaciones públicas?

Normalmente no. Alguna vez he leído alguno, y salvo una noticia en la prensa el día que se presentan, más alguna mención en algún Curso de Verano, la verdad es que no suelen hacer honor a su nombre. Siempre he sospechado que se trata, por una parte, de maniobras de los políticos para ganarse el favor de los intelectuales, haciéndose pasar por amigos de la cultura, y de otra de una forma para los intelectuales de completar los magros ingresos que les dejan los derechos de autor. Me imagino que ambas categorías se atraen mutuamente: a los políticos les gustaría pasar por personas profundas, con amplias visiones, cuando en general tienen que limitarse en la realidad a solucionar problemas concretos, cuando no pedestres; a los intelectuales les gustaría pensar que sus ideas tienen efectividad real, y no son meras elucubraciones.

Algo de eso tiene el informe del llamado Grupo de Intelectuales en favor del Diálogo Intercultural, “Un reto provechoso. Cómo la multiplicidad de lenguas podría contribuir a la consolidación de Europa”, que se acaba de publicar por iniciativa de la Unión Europea. Había que rellenar el Año Europeo para el Diálogo Intercultural proclamado para este año 2008, y para ello nada mejor que empezar con un manifiesto.

Pero, para mi propia sorpresa, debo confesar me ha gustado. Quizás porque me veo reflejado en la solución que proponen, que además me parece bastante novedosa y bien planteada.

La pregunta a la que se intenta responder, aunque no se plantee de esa manera, es: ¿cómo puede salir la Unión Europea del callejón sin salida en que se encuentra en el tema lingüístico?

Según la teoría, todas las lenguas oficiales de los estados son iguales y tienen los mismos derechos. En la práctica, de forma hipócrita y subrepticia, el inglés domina en todos los terrenos. Sí, es verdad que las Directivas se publican en veintitantas lenguas. Pero los borradores, las discusiones, los paneles, todo el proceso de influencia y negociación se lleva a cabo en una sola. Cada vez que hay una campaña para aumentar el multilingüismo europeo, ello significa que se incrementan los fondos y los esfuerzos para enseñar inglés.

Pero sería también absurdo pedir que todos los borradores, todos los diálogos, todos los foros se repliquen en varias decenas de lenguas, y que los ciudadanos se conviertan en cuarentalingües (porque a las lenguas oficiales tenemos que sumar las semi-oficiales, las minoritarias, las de los inmigrantes)

Así que parece que nos debatimos entre la injusticia y el absurdo.

Pero como los propios políticos y funcionarios de la Unión son los primeros que se dan cuenta del problema, aunque no todos están igualmente motivados para solucionarlo (al fin y al cabo, muchos le deben su puesto a su conocimiento de la lengua dominante), de vez en cuando se plantean posibles soluciones.

Esta vez, han recurrido a la solución fácil, y normalmente inútil: han nombrado un grupo de intelectuales para que escriban un informe. Pero, como decía, por una vez me da la impresión de que los intelectuales le han dado al intelecto y han intentado llegar a soluciones concretas, justas y realistas. No han llegado a la mejor, según mi opinión (que quienes siguen esta bitácora ya saben cuál creo que es), y ni siquiera la mencionan, pero tampoco se han perdido en la retórica y la hipocresía.

En un breve resumen (aunque invito a la lectura del informe original, que no es largo ni pesado, y que aborda más temas), se trata de llegar a una sociedad de ciudadanos trilingües, que sean capaces de expresarse en su lengua natal, cualquiera que ésta sea, en una lengua vehicular, que puede ser el inglés, pero no tiene por qué serlo siempre. Y que, y ésta es la principal aportación del informe, conozcan lo que éste llama una lengua personal adoptiva, es decir, un idioma que se aprende por elección, por placer, por conocer otra(s) cultura(s). Esta tercera lengua podría venir más o menos condicionada por la situación personal del hablante, en el caso de regiones bilingües, o de inmigrantes, o similares, pero en otras circunstancias se trataría de promover hermanamientos, contactos transfronterizos, interés común cruzado.

La idea me parece atractiva, quizás porque es mi caso. Aunque mi lengua adoptiva me permite mucho más que entrar en contacto con una sola cultura, como el informe, en gran parte encadenado por un modo de pensar romántico que identifica lengua y cultura, da a entender. Porque esa lengua, el esperanto, salta por encima de estas divisiones estrechas.

Es una lástima que el informe se haya olvidado de esta posibilidad. Y eso que la tenían al alcance de la mano.


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