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La tragedia de Petr Ginz

Un talento destruido por el Holocausto

Paisaje de la luna vista por Petr Ginz El diario de Petr Ginz revela la tragedia que se cebó sobre una generación, y que acabó con toda una cultura.

La tragedia de la exterminación de los judíos es infinita. Toda una civilización milenaria, la de los judíos en Europa, se perdió en unos pocos años. Y una miríada de tragedias individuales pueden pasar inadvertidas entre el horror total. Por eso puede ser necesario rescatar un caso individual, un ejemplo casi casual.

Porque casi por casualidad puede seguirse la tragedia del joven checo Petr Ginz, uno entre tantos, quizás más talentoso que la media, pero que se ha convertido en un ejemplo representativo y conocido a partir de lo que dejó como legado.

Por una primera casualidad se hizo famoso mundialmente su nombre, cuando tuvo lugar el accidente de la nave Columbia el 16 de enero del 2003, en el que murió el primer astronauta israelí. Entre los materiales que Ilan Ramon había llevado al espacio como recuerdo y homenaje se encontraba un dibujo que Petr Ginz había realizado en el campo de concentración de Terezín (en alemán, Theresienstadt), en el territorio de la invadida Checoslovaquia, durante la Segunda Guerra Mundial. La figura representaba una visión de la Tierra desde la Luna, imaginada bajo la influencia de Julio Verne, y se convirtió en un símbolo del holocausto.

Un joven con gran talento

El joven Petr era hijo de Ota Ginz y Marie Ginzova, una pareja mixta. Ota era judío, y fue un notorio y activo esperantista. La pareja se conoció en un congreso de hablantes de ese idioma internacional. Entre las obras de Ota Ginz se puede destacar la coordinación de una antología de literatura checoslovaca traducida al esperanto. Su obra "Por fin comprendo la radio" fue uno de los mayores éxitos editoriales de la época, y fue traducido a numerosas lenguas étnicas.

Según todas las informaciones, también Petr era muchacho de gran talento, que escribió varias novelas y dejó muchos dibujos de gran calidad.

El diario

Con el inicio de las leyes raciales Petr comenzó a redactar un diario. El hallazgo de este escrito fue de nuevo una casualidad, consecuencia del accidente del transbordador espacial: cuando se difundieron las informaciones del dibujo del joven Ginz, un pragués recordó los escritos viejos que se conservaban en su desván, y los comparó con los materiales difundidos.

El diario de Petr Ginz - Editorial AcantiladoLos documentos resultaron ser los restos del diario que Petr había comenzado a escribir en septiembre de 1941, hasta el momento en que fue deportado al campo de concentración.

El libro fue editado primero en checo y poco después traducido al esperanto, bajo la redacción de su hermana Eva, conocida ahora como Chava Pressburger, con el título Diario de mi hermano.

El año 2006 aparecieron las traducciones al español y al catalán. El título de la versión castellana es Diario de Praga, y lo publicó la editorial Acantilado. En la presentación participó la hermana, Chava Pressburger, desplazada desde Israel. La versión inglesa aparecería con posterioridad.

El diario es sobrecogedor por su cotidianeidad. Las prohibiciones y las desapariciones se suceden casi sin darse uno cuenta, como si fuera lo más normal. En un momento dado, en un párrafo que captura la época y que se ha hecho justamente famoso, Petr escribe que "Lo que resulta ahora totalmente corriente, hubiera sido motivo de escándalo en una época normal".

Deportación y muerte

En septiembre de 1942 Petr fue trasladado, como hijo de una pareja mixta, al campo de Theresienstadt, considerado como modelo por los nazis, que intentaron mantener una apariencia de normalidad para utilizarlo como escaparate ante las instituciones internacionales. Allí Petr fue el alma de la edición de una revista juvenil, Vedem, Se sabe también que dedicó parte de su tiempo a la redacción de un diccionario checo-esperanto.

La experiencia en Terezín fue efímera: el 28 de septiembre de 1944 fue deportado a Auschwitz, donde falleció. Tenía 16 años.

Terminó así una vida, un futuro lleno de promesas. Al tiempo finalizó una época de convivencia de culturas. Los miembros judíos de su familia que sobrevivieron terminaron emigrando a Israel, mientras Praga se vaciaba de un elemento que había sido fundamental en su cultura. Su muerte se agregó a la de muchos otros esperantistas, incluyendo los tres hijos del fundador del esperanto, el Dr. Zamenhof.

Queda la memoria, y de hecho el año 2005 se recordó la figura de Petr Ginz mediante la edición de un sello conmemorativo. Pero no es lo mismo: las trayectorias de supervivientes con una edad y un ambiente similar, del financiero George Soros al sociólogo Ernest Gellner o el Premio Nobel Eric Kandel muestran lo que pudo haber sido y se perdió en la locura de los prejuicios raciales.

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Artículo publicado por primera vez en Suite101.
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