¿Esperanto?

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Índice general

Sobre el esperanto

Ni clases ni fronteras

El movimiento obrero esperantista en España

Socialistas y anarquistas españoles vieron en el esperanto un instrumento para cumplir su ideal de una sociedad igualitaria, donde no importasen clases ni Estados.

El movimiento obrero organizado, en la mayoría de sus tendencias ideológicas, ha hecho bandera en general, al menos desde el punto de vista teórico, de su interés por superar las barreras nacionales y estatales. También esto ha sido así en el caso español, hasta el punto de que los primeros obreros organizados en España fueron conocidos como “los internacionales”.

No es extraño pues, que cuando se difundió la noticia de la creación de un idioma con voluntad de servir de medio de comunicación por encima de fronteras, recibiera una atención inmediata por parte de una gran parte del movimiento obrero, y que pronto se formase en numerosas localidades, y a nivel mundial, un importante movimiento obrero esperantista.

El esperanto en España

En el caso español la situación fue similar, con una característica especial frente a otros países: la gran importancia de los grupos anarquistas, para los cuales la lucha contra los estados tenía una importancia aún mayor, y que hicieron del esperanto no sólo un instrumento, sino prácticamente una componente de su identidad.

También algunos socialistas se vieron atraídos por el esperanto, y ya en los primeros años del siglo XX se formaron los primeros círculos obreros esperantistas. Los ateneos populares y las casas del pueblo comenzaron a incluir las clases de esperanto en sus cursos.

En 1910 un grupo esperantista fue una de las asociaciones que participaron en la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La imagen popular de la actuación de estos grupos queda reflejada en una escena de la película La ciutat cremada, en la que aparece un grupo de anarquistas estudiando esperanto de forma clandestina. Se trata de una imagen real, pero que puede inducir a confusión, ya que el movimiento esperantista era ya entonces muy plural, y bien introducido en la sociedad general de la época.

Crisis y renacimiento

La Gran Guerra supuso un importante retroceso en el movimiento esperantista organizado, y también ocasionó una crisis en el internacionalismo, hasta el extremo de provocar la desaparición de la Segunda Internacional. No obstante, tras la guerra los esperantistas volvieron a agruparse con cierta rapidez. A nivel mundial se fundó en 1921 una asociación de esperantistas obreros, la Asociación Anacional Mundial (SAT), que intentaba reunir a los partidarios de desaparición simultánea de las fronteras y de las clases sociales, y que lo pretendía hacer independientemente de países, naciones o comunidades lingüísticas, hasta el extremo de carecer de filiales nacionales.

Volviendo al contexto español, en este país los grupos anarquistas continuaron con la promoción del esperanto, apostando por una organización por la base, sin apenas creación de estructuras formales a nivel estatal o regional. Se trataba por parte de muchos de ellos, de crear una sociedad alternativa desde la base, por medio de la cultura y el cambio en el modo de vida, independientemente de las estructuras estatales o institucionales.

Esperanto y socialismo

Los socialistas sí hicieron varios intentos de crear grupos territoriales intermedios, aunque con un éxito muy limitado. En general prefirieron actuar bien a nivel local, bien directamente en la citada organización mundial SAT o dentro del movimiento esperantista general (neutral), donde algunos de ellos desempeñaron algún papel protagonista. Los socialistas tuvieron algunos éxitos importantes en la promoción del esperanto. Así, varios cuadros intermedios del socialismo estuvieron muy involucrados en la comunidad esperantista. En las primeras Cortes de la República tres diputados socialistas eran conocidos esperantistas: Francisco Azorín Izquierdo, Cayetano Redondo (que fue alcalde de Madrid durante la Guerra Civil) y Rodrigo Almada, como también lo eran dos de los tres consejeros socialistas en el primer gobierno autonómico vasco, Juan Gracia y Santiago Aznar.

El PSOE y la UGT aprobaron en sus congresos resoluciones favorables al esperanto, y la Juventud Socialista resolvió emplear ese idioma como instrumento en sus relaciones con otras organizaciones similares en otros países, aunque la concreción práctica fue menor de lo que se había aprobado. Durante muchos años Francisco Azorín mantuvo una columna sobre el esperanto en el periódico oficial El Socialista.

El crecimiento del movimiento fue notable durante la República, y en 1934 se celebró en Valencia un congreso de la citada SAT, bajo la dirección del conocido activista Luis Hernández Lahuerta.

Guerra Civil y posguerra

La Guerra Civil ocasionó una gran perturbación en la organización de este movimiento obrero esperantista. No obstante, a corto plazo supuso incluso un incremento de estas actividades, ya que varias organizaciones obreras emplearon el esperanto en su campaña de propaganda y de captación de apoyos internacionales para el bando republicano.

Sin embargo, el final de la guerra produjo una desaparición total del movimiento obrero esperantista. Los esperantistas “neutrales” tuvieron la ocasión de desarrollar su actividad poco a poco, pero siempre bajo el signo del apoliticismo. Sólo de vez en cuando era posible fue posible recibir revistas de SAT, o escribir en ellas, siempre bajo pseudónimo.

El fin de la prohibición

A la muerte del dictador, se pudieron volver a formar asociaciones obreras esperantistas. En 1986, tras más de 50 años, se celebró de nuevo en España un congreso de SAT, en Sant Cugat del Vallés. Se crearon otra vez asociaciones esperantistas orientadas especialmente a los medios de izquierdas, y se retomó la propaganda en favor del anacionalismo y la desaparición de fronteras.

Un libro recién editado en español, Crónicas del movimiento obrero esperantista, recoge la historia de un movimiento social muy desconocido por el gran público, pero que ha gozado de momentos de gran brillantez, y que ha supuesto, en cualquier caso, un intento de crear un mundo más justo, desde el punto de vista social, y también desde el cultural.

Un análisis más detallado sobre el movimiento esperantista obrero a comienzos del siglo XX puede leerse en este artículo.
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