Hace un par de años defendí en este blog a José María Aznar por atreverse a hablar en inglés, y ahora voy a hacer lo mismo con su mujer. A quien me conozca, le va a parecer que me he vuelto loco, y más si tenemos en cuenta que soy un conocido defensor del esperanto. Mi fama de sostener ideas excéntricas va a aumentar todavía más. Pero es que me parece que las críticas que se le han hecho estos días a la alcaldesa de Madrid por este motivo son despiadadas y desproporcionadas, producto más bien de los complejos de los españoles en relación con la lengua inglesa.
Las redes sociales se han hartado de ridiculizar el discurso de Ana Botella ante el Comité Olímpico Internacional, con ocasión de la presentación de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos del año 2020. La fiesta empezó con el programa de El Gran Wyoming, que ridiculizó la actitud de la alcaldesa durante la rueda de prensa previa. Sin embargo, si se examina el clip con detalle, me temo que el problema no es el inglés de la alcaldesa, que demostró que se defiende bien, sino otros rasgos. Por ejemplo, el pecado básico de los políticos (y muchos otros) de responder lo que quieren aunque no tenga que ver con lo que le preguntan, o la falta de precisión sobre las cifras, que hacen dudar a cualquiera sobre el argumento básico (que a mí aún me asombra que alguien creyera) de que casi todas las infraestructuras ya estaban construidas. El problema verdadero de dominio del inglés estaba en el presidente del Comité Olímpico Español… y luego vuelvo a ello.
Cuando llegó el discurso ante el COI, creo que todo el mundo tenía el hacha levantada. Si se escucha sólo una parte, seleccionada por las redes, el impacto puede ser negativo, pero recomiendo que se escuche el vídeo completo y original.
En mi opinión, para nada se trata de un mal discurso desde el punto de vista del idioma. La pronunciación es clara, con acento, lógicamente, pero no excesivo. Cualquier miembro de un organismo internacional está acostumbrado a discursos con peor nivel, con acentos ininteligibles. Incluso lo de mezclar un par de expresiones en español, como el ya famoso «relaxing café con leche in the Plaza Mayor» es una figura retórica inobjetable, que seguro que entendieron todos y tomaron como una invitación amigable y hasta cálida. Sinceramente, creo que no es ahí dónde está el problema, y si hay que buscar una pega, es más bien la pésima oratoria que la mujer de Aznar posee incluso en castellano.
Es más, parece que es lo que se menciona en redes sociales en inglés, donde no se ve el problema. Incluso he mirado en la prensa anglosajona y no he encontrado críticas en este sentido… salvo en los comentarios escritos por españoles.
Si me lanzo a escribir esto, y a sostener una posición que por lo que veo es minoritaria en España, no es por espíritu de contradicción, ni por defender a una política que (en eso coincido con todo el mundo) no está capacitada para su puesto, al que obviamente ha llegado por nepotismo, sino por otras razones.
En primer lugar, y aunque pueda parecer paradójico, creo que esta crítica tan despiadada va a hacer daño al dominio de idiomas en España. Me explico: uno de los grandes problemas de los españoles en relación con el aprendizaje de otras lenguas, y que no tienen otros hablantes, es el miedo al ridículo, a no hacerlo de forma perfecta, lo que frena la espontaneidad. Para aprender un idioma (como digo yo siempre a los que están aprendiendo incluso el más fácil de todos, el citado esperanto) sólo hay una manera: practicar, practicar y equivocarse. Las burlas a Ana Botella van a hacer que la gente se corte aún más.
La segunda razón es que constato de nuevo los complejos de los españoles con relación al inglés: nos creemos que en todos los países se habla inglés como en los Países Bajos o Suecia, pero no es así. Repito lo que dije en el primer enlace que incluí arriba: a los políticos españoles, y a los madrileños en especial, se les puede criticar por muchas razones, y los Juegos Olímpicos nos han dado razones sobradas para ello, pero es injusto que la medida sea el dominio de una lengua extranjera.
Eso sí, quien es indefendible es el Presidente del Comité Olímpico Español, porque en este caso el dominio de idiomas es uno de sus principales cometidos. ¿Cómo es posible que tras tantos años de comilonas por todo el mundo, con (se supone) negociaciones internacionales complejas, pueda soltar un «no listen the ask»? Es un auténtico impresentable, que debería haber dimitido hace tiempo, cuando se supo que había plagiado su tesis, dirigida por alguien a quien él mismo había dado una prebenda. O que es capaz de responder esto el día anterior:
Dios lo sabe todo de Madrid 2020, porque sabe lo importante que es para España. Ojalá ilumine a los que votan: ‘Ayuda un poquito a este país, que tanto ha hecho’. Dios va con Madrid, no tengo duda.
En cualquier país medianamente serio, un inútil así hubiera dimitido ya hace tiempo. Que dos días después siga en su puesto, y encima jaleado por sus secuaces, demuestra que el menor de los problemas de nuestros representantes, y de nuestra sociedad, es nuestro acento.