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La conspiración angloparlante

En la polémica sobre el espionaje de Estados Unidos a los gobiernos presuntamente aliados (europeos y latinoamericanos) hay un detalle que me parece altamente significativo y sobre el que estimo que no se ha hecho el suficiente hincapié: que estas acciones no han caído sobre todas las naciones y todos los ciudadanos, ya de ellas no sólo se han librado, sino que incluso han cooperado, otros países, unidos por un lazo común: el idioma. Hasta el punto de que podríamos hablar de una auténtica «conspiración angloparlante».

Aclaro que no creo en «la gran conspiración». Un plan maestro, de los judíos, Davos, el club Bilderberg, la CIA o los extraterrestres. Mi educación científica me lleva a inclinarme ante la «navaja de Occam»: la explicación más sencilla es la más probable. De hecho, tenía medio redactado un texto contra la llamada conspiranoia para un dosier para una revista en esperanto en la que colaboro a veces, y algunos de cuyos miembros en ocasiones se han mostrado demasiado proclives a interpretar el mundo como un gran teatro manejado por una mano oculta. Este visión me parece no sólo errónea, sino peligrosa, porque nos hace sentir inferiores y paraliza la rebelión contra las iniquidades del sistema.

Pero es evidente que existen conspiraciones, es decir, que hay individuos, organizaciones y gobiernos que con-spiran, respiran (y planifican y actúan) juntos. Y que algunos de ellos son más poderosos que los demás, y de alguna manera nos marcan el camino.

Tanto en el caso actual de la NSA, como el ya conocido de Echelon, no es verdad que EEUU espíe a todos, amigos como enemigos. En realidad se ha confirmado que no espía a los gobiernos anglosajones: Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Es más, colabora con ellos para espiar a los demás, incluso por motivos meramente económicos. Hay aquí una verdadera conspiración, que es mucho más significativa de lo que parece: con los que comparten el mismo idioma y cultura frente a todos los demás, incluidos los que parecían aliados pero son considerados como «los otros»

En las noticias se han filtrado detalles sobre reuniones secretas, acuerdos ocultos de los que no se enteran ni las autoridades poco fiables, intentos de dominación mundial de un bloque. Lo que podríamos llamar una conspiración. Incluso con un nombre en clave, «Cinco Ojos» (Five Eyes)

Así que de conspiración podemos calificar los intentos de extender el inglés como única lengua internacional. Debo confesar de nuevo que era una idea en la que algunos compañeros esperantistas suelen insistir, y que yo consideraba simplemente como una de las vías de dominación cultural, a la que no merecería la pena calificar como conspiración porque se trata de un medio de promoción de la supremacía cultural, similar a los esfuerzos similares del Instituto Cervantes u otros similares.

Creo que me voy a tener que tragar parte de mi escepticismo. Las conspiraciones existen. Y la hegemonía del inglés, por si alguien lo dudaba, no es casual. Está promovida por los países anglosajones para defender su interés común. Como dijo abiertamente Margaret Thatcher ante la Hoover Institution en la Universidad de Stanford en julio del 2000:

«In this twenty-first century, the dominant power is America; the global language is English; the pervasive economic model is Anglo-Saxon capitalism.»

La conclusión que yo deduzco es que los que pretenden transformar el mundo deberían con-spirar más, en vez de hacer cada uno la guerra por su cuenta y fiarlo todo a la revolución interna individual. Deberíamos promover más la colaboración, y, visto lo visto, tampoco vendría mal algo de secretismo, en vez de tantas plazas abiertas y tantas asambleas. Y deberíamos darnos cuenta que una lengua como el esperanto no es un lujo ni una frikada: es un elemento de resistencia a la dominación imperial. Ellos tienen clara la importancia del idioma.

Ana Botella y nuestro complejo con el inglés

Hace un par de años defendí en este blog a José María Aznar por atreverse a hablar en inglés, y ahora voy a hacer lo mismo con su mujer. A quien me conozca, le va a parecer que me he vuelto loco, y más si tenemos en cuenta que soy un conocido defensor del esperanto. Mi fama de sostener ideas excéntricas va a aumentar todavía más. Pero es que me parece que las críticas que se le han hecho estos días a la alcaldesa de Madrid por este motivo son despiadadas y desproporcionadas, producto más bien de los complejos de los españoles en relación con la lengua inglesa.

Las redes sociales se han hartado de ridiculizar el discurso de Ana Botella ante el Comité Olímpico Internacional, con ocasión de la presentación de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos del año 2020. La fiesta empezó con el programa de El Gran Wyoming, que ridiculizó la actitud de la alcaldesa durante la rueda de prensa previa. Sin embargo, si se examina el clip con detalle, me temo que el problema no es el inglés de la alcaldesa, que demostró que se defiende bien, sino otros rasgos. Por ejemplo, el pecado básico de los políticos (y muchos otros) de responder lo que quieren aunque no tenga que ver con lo que le preguntan, o la falta de precisión sobre las cifras, que hacen dudar a cualquiera sobre el argumento básico (que a mí aún me asombra que alguien creyera) de que casi todas las infraestructuras ya estaban construidas. El problema verdadero de dominio del inglés estaba en el presidente del Comité Olímpico Español… y luego vuelvo a ello.

Cuando llegó el discurso ante el COI, creo que todo el mundo tenía el hacha levantada. Si se escucha sólo una parte, seleccionada por las redes, el impacto puede ser negativo, pero recomiendo que se escuche el vídeo completo y original.

En mi opinión, para nada se trata de un mal discurso desde el punto de vista del idioma. La pronunciación es clara, con acento, lógicamente, pero no excesivo. Cualquier miembro de un organismo internacional está acostumbrado a discursos con peor nivel, con acentos ininteligibles. Incluso lo de mezclar un par de expresiones en español, como el ya famoso «relaxing café con leche in the Plaza Mayor» es una figura retórica inobjetable, que seguro que entendieron todos y tomaron como una invitación amigable y hasta cálida. Sinceramente, creo que no es ahí dónde está el problema, y si hay que buscar una pega, es más bien la pésima oratoria que la mujer de Aznar posee incluso en castellano.

Es más, parece que es lo que se menciona en redes sociales en inglés, donde no se ve el problema. Incluso he mirado en la prensa anglosajona y no he encontrado críticas en este sentido… salvo en los comentarios escritos por españoles.

Si me lanzo a escribir esto, y a sostener una posición que por lo que veo es minoritaria en España, no es por espíritu de contradicción, ni por defender a una política que (en eso coincido con todo el mundo) no está capacitada para su puesto, al que obviamente ha llegado por nepotismo, sino por otras razones.

En primer lugar, y aunque pueda parecer paradójico, creo que esta crítica tan despiadada va a hacer daño al dominio de idiomas en España. Me explico: uno de los grandes problemas de los españoles en relación con el aprendizaje de otras lenguas, y que no tienen otros hablantes, es el miedo al ridículo, a no hacerlo de forma perfecta, lo que frena la espontaneidad. Para aprender un idioma (como digo yo siempre a los que están aprendiendo incluso el más fácil de todos, el citado esperanto) sólo hay una manera: practicar, practicar y equivocarse. Las burlas a Ana Botella van a hacer que la gente se corte aún más.

La segunda razón es que constato de nuevo los complejos de los españoles con relación al inglés: nos creemos que en todos los países se habla inglés como en los Países Bajos o Suecia, pero no es así. Repito lo que dije en el primer enlace que incluí arriba: a los políticos españoles, y a los madrileños en especial, se les puede criticar por muchas razones, y los Juegos Olímpicos nos han dado razones sobradas para ello, pero es injusto que la medida sea el dominio de una lengua extranjera.

Eso sí, quien es indefendible es el Presidente del Comité Olímpico Español, porque en este caso el dominio de idiomas es uno de sus principales cometidos. ¿Cómo es posible que tras tantos años de comilonas por todo el mundo, con (se supone) negociaciones internacionales complejas, pueda soltar un «no listen the ask»? Es un auténtico impresentable, que debería haber dimitido hace tiempo, cuando se supo que había plagiado su tesis, dirigida por alguien a quien él mismo había dado una prebenda. O que es capaz de responder esto el día anterior:

Dios lo sabe todo de Madrid 2020, porque sabe lo importante que es para España. Ojalá ilumine a los que votan: ‘Ayuda un poquito a este país, que tanto ha hecho’. Dios va con Madrid, no tengo duda.

En cualquier país medianamente serio, un inútil así hubiera dimitido ya hace tiempo. Que dos días después siga en su puesto, y encima jaleado por sus secuaces, demuestra que el menor de los problemas de nuestros representantes, y de nuestra sociedad, es nuestro acento.

Mil alumnos en Twitter

Septiembre suele ser un buen momento para empezar a estudiar, no sólo en centros de enseñanza. Es cuando se lanzan fascículos en las revistas, o cuando se publicitan las academias a distancia. Es también un buen momento para aprender esperanto.

Casi todos los clubes o grupos de esperanto suelen comenzar sus cursos a finales de septiembre o comienzos de octubre, y pronto actualizaremos las distintas posibilidades en nuestra página en la Federación Española. También en septiembre comenzará curso en otras iniciativas nuevas.

Para quien no pueda acceder a la formación presencial, también este mes se puede uno apuntar a las numerosos posibilidades que ofrece la Red, como Lernu, el Kurso o MailXMail.

Hay un curso especial en la Red, que lancé yo mismo, y que acaba de alcanzar su alumno número 1.000: el curso mediante microlecciones en Twitter. Aquí puedes ver el anuncio cuando lo presenté. Se trata de incluir una lección de esperanto al día, por supuesto respetando la regla de esta red social: menos de 140 caracteres por lección.

Vamos ya por la tercera edición, y, como decía, tenemos ya mil seguidores. Por supuesto, soy consciente de que no todas las cuentas siguen siendo activas, ni todas son constantes, como corresponde a la volatilidad de este tipo de medios. También he podido comprobar, como sospechaba, que no se trata de la mejor forma de aprender esperanto: no todos los alumnos son igualmente constantes, a menudo las lecciones se pierden entre todo el ruido de la red, y es difícil retomar el hilo una vez perdido. Es más, unas fechas de vacaciones como las que hemos pasado en los países del norte pueden romper aún más fácilmente el ritmo de seguimiento.

Así pues, para paliar esos problemas, y para aprovechar este momento de reinicio de las buenas intenciones, he decidido recopilar las primeras lecciones del curso en una página compacta. Puedes acceder a ella en este enlace.

Ya no hay excusa: ¿cuándo has visto un idioma que se pueda aprender en píldoras?

No digáis jodidamente, ¡coño!

(NOTA: Si no te gusta el lenguaje con tacos, creo que no deberías leer esta entrada, si bien debo advertir que el uso está justificado por interés lingüístico. Aunque, ahora que lo pienso, quizás sea algo tarde ya, dado el título…)

Creo que hay pocas pistas que muestren mejor la colonización cultural que estamos sufriendo, que el que ya no seamos capaces ni de saber usar nuestros tacos. Y nada lo ilustra mejor que la insidiosa difusión del adverbio «jodidamente» para enaltecer o intensificar un adjetivo. Últimamente lo encuentro escrito por todos sitios. Al principio, como mala traducción del inglés «fucking», pero cada vez más en textos ya originales.

imagen la hostia de realQue aparezca en memes traducidos casi que no me extraña, ya que es obvio que no les vamos a pedir mucho criterio, pero que lo utilicen divulgadores de calidad o incluso mi hija (y aquí perdonad que no enlace), eso ya me preocupa más. Lo siento, Aberrón, lo del Curiosity será emocionante de cojones, o la hostia de emocionante, pero jamás jodidamente emocionante.

Lo curioso es que empleemos variedades de fuck, que parece que es la única palabrota que saben los norteamericanos, si hacemos caso a las películas, cuando la riqueza de juramentos es tan grande y tan variada en español. Ya comenté en otra ocasión que me parecía una aberración cuando en el cine se traduzca el «Fuck you!» por un «¡Que te jodan!». En cualquier circunstancia que se me ocurra, un español (y seguramente también una española) acogería esta expresión suponiendo que le desean algo positivo, cuando en realidad una traducción adecuada sería más bien «Vete a tomar por culo» o «Que te den», o, como mucho, «Jódete». Pues bien, hasta el que te jodan se empieza a leer, si no todavía a escuchar.

En fin, no quiero ser especialmente purista, como ya dije en otra ocasión. Soy perfectamente consciente de que los lenguajes evolucionan, y que además lo hacen sujetos a las influencias de las lenguas dominantes. Incluso en el terreno de las palabras tabú hay cierta evolución, como prueba la notable disminución del uso de blasfemias (aunque parezca que no, los que hemos vivido la infancia en un entorno rural castellano, sabíamos que hace unos años los únicos que no se cagaban en la virgen eran los curas y alguna beata, y no siempre)

Pero, coño, dejemos lo de jodidamente para cuando estamos jodidos. En los demás casos se trata de una elección mala de cojones.

Penosa traducción en los libros de humanidades

Hace tiempo escribí un texto quejándome de la baja calidad de las traducciones científicas. Como dije allí, este es un asunto que las editoriales no cuidan apenas, de forma que suelen encargar la labor, bien a un traductor profesional que domina los dos idiomas, pero no la materia que está tratando, o a una persona con formación científica, pero que no es un profesional de la traducción, con lo cual el estilo suele ser deficiente, y en el texto se cuelan falsos amigos e incorrecciones. Aunque en aquel momento me centré en la ciencia y sobre todo la divulgación científica, este fenómeno es una plaga que no se limita sólo a este género, sino que se extiende a otros campos no literarios, incluyendo los ensayos y la divulgación en materia de humanidades (lo que, por cierto, demuestra, por si hacía falta, que esta división entre ciencia y humanidades no tiene ninguna razón de ser, y que la verdadera división en los libros se produce entre ficción y no-ficción)

Tan raro es encontrar una buena traducción, que cuando alguna vez la he destacado, lo he subrayado aquí. De hecho, en este blog ya lo había mencionado en más ocasiones, e incluso comenté que iba a dejar de leer libros traducidos, si puedo encontrar el original y conozco algo el idioma.

Ahora me he encontrado con un libro que tenía mucho interés en leer, y que voy a abandonar tras el primer capítulo, porque su traducción es atroz. Y eso que el libro es famoso, y la editorial pertenece a una universidad. Se trata de “El lado oscuro de la democracia”, de Michael Mann, y la razón por la que estoy interesado en el libro la iba a contar aquí, pero como el texto se va a hacer algo largo, lo dejo para el próximo artículo.

Ahora voy a comentar sólo algunos de los errores de la traducción, para que se vea que no se trata sólo de pequeños fallos, que a todos se nos escapan, sino de una auténtica chapuza, que avergüenza sobre todo a la entidad que la ha encargado, ni más ni menos que el Servicio de Publicaciones de la Universitat de València.

Veamos algunos ejemplos, aprovechando que parte del libro original es accesible en Google Books y he podido comparar ambas versiones. Empecemos por cuatro casos en los que la traducción es incorrecta o suena rara, pero al menos se entiende el sentido de lo que el autor quería decir:

  • Landlord and Kulak classes were exploiting the nation
    Se ha traducido como «el señor y las clases kulak explotaban a la nación» ¿Es que la traductora no sabe lo que eran los kulaks? Se trata evidentemente de «las clases de los terratenientes y los kulaks»
  • An effective Goth wants to be like a Roman; only a poor Roman would want to be a Goth
    Es una frase que se atribuye al rey ostrogodo Teodorico. En el libro se traduce como «Un godo eficaz quiere ser romano; sólo un pobre romano querría ser godo» ¿Tiene eso algún sentido? ¿Qué significa un godo eficaz? Evidentemente, es mejor la que se encuentra a poco que se mire en la Red: «Un godo que se precie quiere ser como un romano; sólo un romano pobre querría ser como un godo»
  • The Pacific Front in World War II
    Se traduce como “El Frente Pacífico”; aquí debo reconocer que esta expresión se puede encontrar en muchos otros lugares en la red, y que alguno podría defenderlo; sólo lo menciono porque creo que se trata de pereza y no heberse parado a pensarlo: en la Guerra Mundial no hubo un Frente Pacífico, casi por definición, sino un Frente del Pacífico.
  • Party-states
    Estoy de acuerdo que no es fácil encontrar una traducción exacta y válida en todos los casos para esta expresión, pero desde luego en ningún caso «Partidos-estados».

Pero lo que considero más grave son los casos en que no se entiende para nada el sentido de lo que uno está leyendo, y al final resulta que se dice lo contrario de lo que el autor pretendía. Eso demuestra que no se trata sólo de una mala labor del traductor, sino que ningún especialista ha controlado el contenido del libro, y la editorial no se ha preocupado ni lo más mínimo de asegurar su calidad. He sufrido esa impresión de forma continua en lo que leía, pero hay tres casos en que la confusión era tan evidente, que he intentado localizar el original, para ver cuál era el sentido de lo que Mann quería decir, y, aquí están los resultados.

  • Página 33: «Según la teoría de la sociedad civil, la democracia, la paz y la tolerancia se dan cuando los individuos están involucrados en ricas y vibrantes relaciones sociales alimentadas por instituciones que voluntariamente les protegen de la manipulación de las élites estatales (…) y más adelante veremos que eso también fue cierto en el caso de los nacionalistas serbios, croatas y hutus. La sociedad civil puede ser perversa»
    No sé para los demás, pero para mí esto no tiene sentido. Y en efecto, si se busca el original, se constata que donde he escrito el símbolo (…), que en la versión española contenía una referencia bibliográfica, en la versión inglesa hay además una refutación de la frase anterior, que ha desaparecido en castellano, y que puede traducirse así: «Esto es una ingenuidad. A menudo los etnonacionalistas radicales tienen éxito justamente porque sus redes en la sociedad civil son más densas y más movilizadoras que las de sus rivales más moderados. Esto fue cierto en el caso de los nazis…» Lo cual ya sí es una frase con sentido, y especialmente perspicaz, muy pertinente en el análisis de los nacionalismos étnicos.
  • Página 44: «A diferencia del capital y del trabajo, la tierra es infinita. La posesión excluye a los otros del uso.» De nuevo esto no tiene sentido. Lo que dice el original es «Unlike capital or labor, land is finite. Possession excludes others from its use.» Es decir, justamente lo contrario: que la tierra es finita (lo cual explica gran parte de las limpiezas étnicas en sociedades campesinas)

Y para rematar:

  • «El hecho de que Nerón fuera el chivo expiatorio de los cristianos del gran incendio de Roma y de los ataques a los judíos en la Europa de la Edad Media, son claros ejemplos.» Hace falta no tener ni idea de historia, o haber hecho las cosas muy rápido, para no darse cuenta de que algo falla aquí. Y, claro está, la frase dice en realidad «Nero’s scapegoating of Christians for the great fire of Rome and attacks on Jews in the European Middle Ages are obvious examples.» Es decir, es al revés, que Nerón utilizó a los cristianos como chivos expiatorios (bueno, eso no está tan claro, pero no vamos a discutirlo ahora), y que lo de los judíos es otro ejemplo de lo que se comenta, y que no tiene nada que ver con el pobre Nerón.

Aquí, en la página 49 de la edición española, se me ha agotado la paciencia. Intentaré conseguir la edición original, o cualquier otra en cualquier otro idioma. Pero pretender penetrar en lo que quiso decir el autor, a través de una malla de palabras al azar, eso es agotador.

Es un caso muy extremo, pero de ninguna manera único. A poco que uno sea consciente, este tipo de mala traducciones es muy habitual en este género. Me está costando mucho terminar otro libro, «La extraña muerte del marxismo», de Paul E. Gottfried, y me temo también aquí que la mala traducción está contribuyendo a ello, aunque me queda la duda de que el contenido y estilo del propio texto original contribuyan a ello. Al fin y al cabo, que en Europa editemos y leamos el análisis sobre la izquierda europea, hecho por un norteamericano que obviamente conoce menos que nosotros sobre el contexto político del continente, es una buena demostración de hasta qué punto llega el imperialismo lingüístico y cultural. Pero, como decía, tampoco ayuda una traducción que, por limitarse a dos páginas contiguas, confunde expatriado con exiliado (p. 69) o que interpreta «the core region that benefits from economic development may continue to widen» como «la región central beneficiaria del desarrollo económico puede continuar con su vaciamiento».

Estamos en periodo de transformación en el mundo editorial, con cambios en la forma de acceder a los libros, y mayor accesibilidad de materiales que antes eran difíciles de obtener, por extranjeros, minoritarios, o caros. Si las editoriales y los servicios de publicaciones no se aseguran de proporcionar una mínima calidad, no tienen ningún futuro.

Así que, por favor, cuiden la traducción de las obras de no-ficción. Es un trabajo muy importante, tanto o más que el de la narrativa. Encarguen el trabajo a especialistas y asegúrense de que se revisa adecuadamente. Los lectores somos exigentes, y no nos conformamos con chapuzas.

El esperanto es

Es demasiado pronto para rendirse y rechazar la idea que suele llamarse en esperanto «finvenkismo» (la creencia de que el esperanto podría convertirse en la segunda lengua para todos), escribía hace unos días el esperantista estadounidense Steven Brewer en la revista en red Libera Folio, con el título «Esperanto estas». Con este titular (literalmente «El esperanto es»), quería llamar la atención sobre el hecho de que dicha lengua no es sólo un fenómeno histórico o un proyecto fracasado, tal como las informaciones de los medios de comunicación pueden dar a entender, sino una realidad existente de la que merece la pena hablar en tiempo presente y futuro. El inglés es el idioma más importante en el mundo de hoy, pero eso no quiere decir que siempre lo vaya a ser, afirmaba. Lo he traducido al castellano, porque estoy completamente de acuerdo con él.

Con demasiada frecuencia, cuando un artículo sobre el esperanto aparece en los medios de comunicación mayoritarios, comienza diciendo que «el esperanto era» o «el esperanto podría haber sido.» El esperanto se describe más bien como un fenómeno histórico: «un forastero creó el esperanto hace mucho tiempo, y el idioma nunca se mantuvo a la altura de sus promesas, y fracasó». Apenas se menciona el esperanto tal como es hoy, es decir, como una comunidad real de hablantes.

Si es que alguna vez se menciona a los hablantes de esperanto, se les describe como bichos raros aislados, que aprendieron esperanto para revivir el pasado. También se omite el futuro del esperanto: no se menciona la idea de que la comunidad esperantista seguirá desarrollándose y perviviendo en el futuro. Merece la pena corregir ambas omisiones, porque el esperanto es hoy más fuerte que nunca – y el futuro es más brillante de lo que muchos imaginan.

El esperanto es fuerte. A pesar de que apenas dispone de fuerza organizativa, el idioma en sí mismo tiene más éxito que nunca. Casi cien mil personas se han inscrito en el curso en línea lernu.net (desde 2004) y varios miles visitan el sitio cada semana. El esperanto era antes un fenómeno con fuerza sólo en unos pocos países desarrollados. Ahora se puede acceder directamente a la comunidad esperantista desde todos los países del mundo.

Hace unas semanas, yo mismo sugería que «el problema lingüístico» no está actualmente entre las ideas de moda de nuestro tiempo. A unas pocas personas les gustaría declarar la muerte del «finvenkismo» por completo. En palabras de uno de sus oponentes, el escritor Giorgio Silfer, «el Finvenkismo está en su ocaso y no conocerá otro día». En mi opinión, se ha precipitado al escribir el obituario del esperanto como lengua internacional mundial.

En la revista «Newsweek» se predijo recientemente la continuación del dominio del inglés como el idioma común de la humanidad, con el argumento de que «los chinos no le harán aprender chino». Pero tampoco los Estados Unidos obligaron a la gente a aprender inglés. Y siguen sin hacerlo. Las personas que aprenden inglés deciden hacerlo porque ello les proporciona alguna ventaja.

Un nuevo libro de Nicholas Ostler, «La última lingua franca», trata sobre el futuro del inglés. Desde hace muchos años, se predice que el inglés acabaría con otros idiomas. Ostler constata que, aunque muchas personas están aprendiendo inglés como segunda lengua, son pocos los que lo aprenden en lugar de su lengua materna. Además, según Ostler, dado que no está reemplazando a las lenguas nativas, el inglés seguirá siendo una segunda lengua y no va a disminuir la diversidad lingüística.

El inglés es actualmente la lengua más importante en muchos sentidos. Es el lenguaje de la ciencia y de los negocios y, lo más importante, el idioma de los Estados Unidos – la única superpotencia mundial. Pero en una época en la que otros países están alzándose (principalmente Brasil, Rusia, India y China – los llamados BRIC) – y los EE.UU. caen a la condición de «uno entre varios» – también otros idiomas van a hacerse más importantes.

Mientras el inglés siga siendo un segundo idioma, y no sustituya a las lenguas nativas de otros países, cada nueva generación deberá elegir si lo desea aprender o no. Y en cada país se puede elegir si aprender portugués o chino o ruso – o cualquier otro idioma – si ello tiene más sentido en ese momento y lugar.

En la actualidad, las cuestiones relacionadas con las lenguas no parecen estar de moda. Pero dentro de diez años – o veinte – eso puede cambiar. En algún momento, la gente puede darse cuenta de que el inglés no será siempre el idioma más importante y de nuevo se planteará la cuestión de si el esperanto no podía servir como tal. La bandera del «finvenkismo» está ahora en una posición baja, pero ello no quiere decir que haya que tirarla a la basura. Muchísimos asuntos son como un péndulo, oscilando de un extremo a otro.

Así que, ¿cuál es el futuro del esperanto? ¿Podrá ser alguna vez la segunda lengua para todos? No hay forma de adivinarlo. En el mundo de hoy, el suelo no es fértil para las semillas del esperantismo. Al mismo tiempo, el esperanto existe y persistirá – y debemos asegurarnos de que nadie lo olvide.

Steven Brewer

Texto original: http://www.liberafolio.org/2011/esperanto-estas
Versión en inglés: http://www.esperanto-usa.org/en/content/esperanto-0

Sin traducción en el Senado

Gran escándalo se ha producido por el uso de las lenguas cooficiales en el Senado. ¡Imperdonable despilfarro en épocas de crisis! El debate ha dividido a quienes están a favor de la visibilidad de las lenguas minoritarias, frente a quienes lo ven innecesario y caro.

No voy a entrar a fondo en algo ya tan debatido por otras personas. Pero me permito presentar un compromiso, a la vez original y razonable: que se usen todas las lenguas españolas pero no se traduzcan.

¿De verdad un senador no es capaz de entender el gallego o el catalán sin un traductor (el caso del vasco lo dejo para luego)? Una Cámara diseñada para representar la pluralidad de España debe mostrarla en su seno, pero es que también sus integrantes deberían ser conscientes y representantes de esta diversidad.

Además, creo que no es difícil. Se ha hecho casi habitual no traducir ni subtitular las declaraciones que se muestran en gallego en la televisión, y casi todos los hispanohablantes son capaces de entenderlas sin grandes dificultades. El caso del catalán no es muy diferente, y conozco a algún gallego que se ofende de que no se subtitule su lengua pero sí el catalán. En cualquier caso, incluso aunque no sea inmediato para todo el mundo, los senadores podrían hacer un esfuerzo, y además nos evitamos las polémicas sobre el caso del valenciano o el balear. Ojo: no estoy hablando de aprender a hablar o escribir la lengua, sino de entenderla. Es decir, sugiero un bilingüismo pasivo.

Si hace falta, creo que nadie se opondría a que se impartieran clases para los senadores nuevos al principio de la legislatura. Sólo en casos excepcionales podría recurrirse a los traductores, o incluso, dado que actualmente casi todos los discursos suelen ser leídos, a la entrega previa de una traducción escrita, lo cual por otra parte sería inevitable en la práctica en el caso del eusquera.

Ello evitaría la mayor parte de los gastos que tanto parecen importar en estos tiempos (aunque si se recurriera a la medida de los famileuros que proponía en un anterior artículo se observaría que estamos hablando de cantidades de unos familicéntimos, muy inferiores a lo que se gasta en otros proyectos mucho menos importantes). Además, el mismo método podría emplearse en el resto de encuentros informales, en comisiones, pasillos o cafeterías, que también se han mencionado en otras reacciones.

Pero sobre todo sentaría un importante ejemplo para otros encuentros que se plantean en la convivencia cotidiana en España. Seguramente ganaría la normalización si viéramos que nuestros representantes son capaces de hacerlo. La mayoría de españoles medianamente cultos podrían llegar fácilmente a alcanzar un nivel suficiente para niveles medios de comprensión.

Además, creo que este procedimiento se podría generalizar. No sólo al resto de ciudadanos, sino a otras lenguas.

Entender las lenguas romances

De hecho, a pesar de que he aprovechado esta circunstancia particular del debate en el Senado, se trata de una propuesta que me ronda desde hace algún tiempo, y al que ya hace tiempo tenía previsto dedicar algún artículo, tras diversos contactos con italianos y hablantes de portugués. Y es que con carácter general debería ser innecesario traducir entre la mayoría de las lenguas romances. Desde luego, más absurdo aún es emplear una lengua de relación perteneciente a una familia separada, como el inglés, algo que he experimentado y he visto hacer a menudo a turistas españoles en Italia.

En realidad, la mayoría de las lenguas romances se parecen lo suficiente como para que, con un pequeño entrenamiento, casi cualquier persona pueda entender a un hablante de otra de estas lenguas. Insisto: no digo hablar el idioma, lo cual es evidentemente más difícil, sino entenderlo. Es decir, practicar el bilingüismo pasivo al que hacía referencia anteriormente.

Sé que tampoco es inmediato, y por eso hablo de entrenamiento, aunque mejor tendría que decir educación. Los gobiernos de países latinos deberían promover la enseñanza del resto de lenguas de la misma familia. Podría incluso sustituirse las lecciones de latín de la enseñanza media, que no tienen ningún sentido tal como hoy en día se promueven, y sustituirlas o complementarlas con una asignatura de lenguas latinas, más amplia y más general. Esta asignatura, coordinada en los distintos países, podría ayudar a alcanzar ese conocimiento pasivo de algunos de los idiomas más cercanos. Soy consciente de que en el caso de los hispanoparlantes ello no es fácil para conocer el francés o el rumano, pero al menos podría alcanzarse un nivel medio, mientras que entender italiano, portugués, y, desde luego, catalán o gallego, no presentaría ninguna dificultad.

Sugiero además que los acuerdos sean multilaterales y regionales. No sería difícil que los gobiernos latinos europeos se pusieran de acuerdo. También en el caso de Latinoamérica, aunque quizás con algunos matices diferentes (por ejemplo, insistiendo más en el español y el portugués). Un acuerdo más general corre el riesgo de quedarse en simbólico, como ocurre en el caso de la casi inoperante Unión Latina.

Se podría incluso incluir al esperanto, que en muchos aspectos es casi una lengua romance. De todos modos, en este caso no hay problema, ya que aquí el idioma se puede aprender de forma activa con la misma facilidad. Pero eso da para otro texto 😉

Academias de la Lengua

Algunos propagandistas del inglés defienden que la predominancia de esta lengua como vehículo de comunicación internacional se debe a razones lingüísticas, y especialmente a la libertad de absorción de palabras y estructuras procedentes de otros idiomas. Según esta teoría, lenguas como el francés o el español están constreñidas por la existencia de unas Academias, que regulan su evolución y les impiden convertirse en un verdadero medio de comunicación universal.

Hace unos meses se ha publicado un nuevo libro en el que se defiende este tipo de simplificadoras tesis (por lo que he leído en algunas críticas; confieso que aún no he leído el original). Se trata de “Globish”, de Robert McCrum, una revisión de un concepto, el globish, que ya hace un tiempo definí como una jerga para torpes. Por cierto, que probablemente nada ilustra mejor la ventaja de la que disponen los hablantes nativos del inglés que el hecho de que esté teniendo más difusión el concepto cuando el libro ha sido escrito por un británico que cuando lo acuñó un francés.

Algunos emplean este argumento sobre la anarquía del inglés, y su presunta adaptibilidad para explicar su dominio sobre una lengua como el esperanto, que imaginan codificado y gobernado por una academia todopoderosa.

Y, sin embargo, cualquier hispanohablante conoce la limitada influencia de la Real Academia. Es una institución que siempre va por detrás de los hablantes, a veces con razón, otras veces de forma ridícula (¿quién continúa usando la palabra muslamen, que al parecer va a ser oficializada ahora?). Peor, un asilo de carcas obsesionados por parecer modernos, que se han debido de dar cuenta ahora de que necesitan que les definan palabras como antiespañol o rojillo, que al parecer no entendían bien a partir de las reglas de derivación y composición del español. Ni siquiera son perjudiciales: simplemente son superfluos.

Pues bien, como ya comenté en otra ocasión, tampoco la Academia de Esperanto dirige la evolución de esta lengua. Casi nadie hace caso a sus recomendaciones, sino que ante las dudas se prefiere recurrir a los clásicos o a los amigos o la comunidad de hablantes.

No es esto lo que limita la difusión de este idioma. Es evidente que las características lingüísticas apenas tienen importancia en tales materias. Creo que nadie, salvo algunos angloparlantes, tiene ninguna duda sobre por qué el inglés es la lengua dominante en las relaciones internacionales. It’s the economy, stupid!