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Cuando los malos eran españoles y hablaban esperanto

Está visto que el esperanto sirve para todo. Hace unos días comenté cómo podía utilizarse para fugarse de una prisión militar, y ahora puedo confirmar que sirve para agredir al Ejército más poderoso de la Tierra.

El empleo del esperanto como «la lengua agresora» en las maniobras del ejército de Estados Unidos es uno de los hechos más curiosos de la interesante historia de esta lengua universal. Fue en los años 50 y 60, cuando los responsables de estos ejercicios militares se plantearon dar un barniz realista a toda la acción, y dotaron a los presuntos enemigos de todos los elementos necesarios para simular un ejército real: uniformes, saludos, símbolos. Pero fueron más allá: al contrario que en las producciones de Hollywood, crearon una barrera lingüística, empleando un lenguaje real.

Se lo tomaron en serio, como es de esperar en los militares norteamericanos. Eligieron un idioma completo, el esperanto. Editaron una gramática y enseñaron la lengua a todos los que les tocó hacer el papel de enemigos, al menos a un nivel básico para tener una conversación básica sin que la entendieran los buenos. También editaron documentos de identidad y otro material diverso en esperanto.

Conocía hace tiempo el Manual que se editó, con el nombre «The aggresor language», pero sólo hoy, gracias a Ralph, he visto que hay un documental que trata el tema, y en el que se puede comprobar que efectivamente se habla en esperanto. Pero me he llevado una sorpresa: no sólo los malos son esperantistas: además ¡son españoles! Se puede ver aquí:

Alrededor del minuto 2 se ven los documentos del prisionero y aunque no se aprecian todos los detalles, puede deducirse que es gaditano y quizás estudió en Toledo (España, se añade, para distinguirlo de la ciudad homónima en Ohio)

¿Por qué españoles, y por qué el esperanto?

Supongo que el uso del esperanto no fue por verdadera animosidad hacia la lengua. Aunque sí se habían dado ciertos incidentes hostiles hacia el idioma en los tiempos de McCarthy, como ya he comentado en otro momento, de hecho en los manuales se trata con bastante respeto al idioma y al movimiento esperantista, y se dan detalles interesantes y positivos sobre ambos. El manual, que puede encontrarse completo en la Red, es tan bueno que puede servir perfectamente para aprender esperanto, sin apenas errores (aunque no se puede decir lo mismo de la pronunciación que se entiende en el documental)

Se podría suponer que la elección se hizo por razones diplomáticas no muy diferentes a las que ya comenté cuando hablé de las películas en las que se utiliza el esperanto, es decir, el Ejército prefirió no emplear un idioma nacional, ni siquiera el ruso, que podría parecer obvio en los años 50, y se decantó por una lengua neutral. Pero hay una derivada interesante, que tiene que ver con el español.

A saber, en cuanto a la elección de nombres españoles, no se trata sólo de un detalle de esa filmación concreta. En la historia que se creó sobre el mundo de los Agresores, España es el primer país del que éstos se apoderan, y desde el que extienden su dominio a otros lugares de Europa. En la primera versión, de 1947, el idioma oficial de la nueva República era el español, aunque se permitía el uso del francés, italiano y alemán en los países anexados. En la versión de 1953 es cuando empieza a usarse el nuevo lenguaje agresor, cuyas características coinciden con las del esperanto.

Probablemente no sean casualidad las circunstancias históricas: a finales de los años 40 las relaciones con el régimen franquista habían sido frías, porque se trataba del único régimen alineado con los enemigos de Estados Unidos durante la guerra previa, mientras que justo en 1953 es cuando se firmaron los acuerdos hispano-norteamericanos que empezaron a normalizar las relaciones entre ambos países (también conocidos como Pacto de Madrid), y que culminaron con la conocida visita de Eisenhower a Madrid. El franquismo había dejado de ser el enemigo oficial, y ahora los malos tenían que hablar otro idioma.

En cualquier caso, el uso del esperanto duró casi dos décadas. Algunos testimonios ofrecen una razón curiosa para su cese: el grupo de agresores se convirtió en estable, y de tanto practicar juntos, adquirió tanta habilidad que sistemáticamente ponía en aprietos a los reclutas, lo cual tampoco era muy adecuado para la moral de éstos. Además, el simple hecho de compartir tantos rasgos identitarios, incluyendo un lenguaje aparte, creó un fuerte espíritu de solidaridad, que dio lugar a numerosos incidentes y a una pérdida general de disciplina.

Se puede soñar con que el espíritu del esperanto, la lengua de la paz, había penetrado en los soldados estadounidenses. Al fin y al cabo, hay que ver lo bien que tratan en el documental a los prisioneros, ni waterboarding, ni siquiera amenazas. Pero, ya digo, es sólo un sueño…

Un idioma para fugarse

Entre todas las ventajas del esperanto, que en este blog comento de vez en cuando, nunca creí que esta lengua podría servir también para escaparse de una prisión militar.

Pero sí, ocurrió justo hoy hace 75 años, en el que fue uno de los mayores intentos de fuga de prisioneros durante una guerra. Y ocurrió en España, a pesar de que, en una muestra más de ese estado de amnesia colectiva que he comentado más de una vez, sea un episodio muy poco conocido a nivel popular.

Muchos conocen la gran evasión del campo alemán Stalag Luft III, que inspiró la conocida película «La gran evasión». También es fascinante la historia de la rebelión del campo de concentración de Sobibor, en Ucrania, donde un destacamento de judíos re rebeló contra sus guardianes, y consiguió que una cincuentena evadiese el terrible destino que les aguardaba. Pues bien por número de personas que lo intentaron, el caso español supera a estos intentos.

El 22 de mayo de 1938, en plena guerra civil, casi 800 hombres, principalmente prisioneros republicanos, salieron del Fuerte San Cristóbal (o Ezkaba, por el monte donde está ubicado), junto a Pamplona. Los guardianes habían sido reducidos por un grupo de valientes, que llevaban preparando el plan en el mayor de los secretos durante varias semanas. Sólo en el momento de la apertura de los portones se avisó al resto. Por desgracia, justo en ese momento algún guardia consiguió dar la voz de alarma, y varios batallones de soldados franquistas acudieron a reprimir le intentona. Tras una caza al hombre que duró semanas en algunos casos, sólo 3 lograron alcanzar la frontera con Francia.

La represión fue brutal. Unos 200 fueron asesinados durante la caza, casi siempre a sangre fría. Tras las investigaciones se montó un consejo de guerra  contra los organizadores, que resultó en 14 condenas de muerte adicionales, ejecutadas en público en Pamplona.

Entre los que fueron muertos durante el intento estaba Leopoldo Picó, el cerebro del plan. Leopoldo Picó, única foto conservada, de niñoUn hombre con madera de líder, inteligente, riguroso, obrero en los astilleros Euskalduna y miembro del Partido Comunista.

Picó optó por mantener un secreto riguroso durante la preparación. Y he aquí el papel del esperanto: según las memorias de algunos de los supervivientes, utilizó el esperanto como medio de comunicación con algunos de sus compañeros durante  los preparativos (ver las referencias en el libro de Fermín Ezkieta, aquí y aquí, en este último caso según las declaraciones de uno de los que llegaron a Francia, Jovino Fernández).

Tampoco me debería sorprender del todo. El esperanto se puede utilizar como lengua secreta, todos los hablantes tenemos alguna experiencia al respecto. Por otra parte, es conocido que el esperanto fue usado intensivamente durante la guerra civil e incluso enseñado en las cárceles franquistas, como en otras ocasiones he comentado. Pero esta combinación da para una película.

Que por cierto, es lo que ha ocurrido con otros intentos menos espectaculares. Ya sé que hoy en día es impopular proponer una película sobre el periodo de la guerra civil española, porque se te echa encima quien es capaz de tragarse decenas sobre las protagonizadas por los norteamericanos (e incluso por los que no lo fueron: como anécdota, los protagonistas de la película «La gran evasión» son en su mayoría estadounidenses, mientras que en la evasión real no participó ninguno con esa nacionalidad). Pero en nuestro caso, la fuga está pidiendo llegar a la gran pantalla, aunque sea para ver cómo crece el número de los filmes con participación del esperanto.

Mientras tanto, puede verse un conmovedor documental en este enlace.

Y si hablas esperanto, ahora puedes leer el texto que sobre el tema acabo de publicar en la revista en red más leída en ese idioma, Libera Folio. A ver si así rompemos los muros de silencio, también internacionalmente.

Esto va a acabar en un golpe monárquico… otra vez

Quizás sea un simple ataque de pesimismo, o el efecto de alguna lectura reciente, pero cada vez tengo más la impresión, dada la situación española actual y los precedentes históricos, que esto va a acabar en un golpe monárquico.

Ya sé que la historia no siempre se repite, y que, como dijo el viejo Marx, cuando lo hace es en forma de farsa, pero existen tantos paralelismos con el ambiente y los acontecimientos de hace 90 años, que no sería de extrañar que acabáramos de forma parecida, y, dado el nivel de antipoliticismo que nos invade, que encima a muchos no les parecería mal.

Hace unos diez años, el economista Gabriel Tortella escribía un artículo en El País, en el que sugería cómo debía ser el socialismo español en el siglo XXI. Sus recetas eran tan similares al programa de los liberales de comienzos del siglo XX, que escribí un texto que reproduzco y del que me siento todavía casi orgulloso:

Con su artículo “El socialismo en el siglo XXI” el sr. Tortella pretende que el PSOE asuma sin máscaras el papel del Partido Liberal español en el comienzo de la monarquía alfonsina. Todas sus propuestas para lo que debe ser el socialismo en este comienzo de siglo XXI son exactamente las que firmaría un liberal hace 90 años, con el añadido, modernidad obliga, de un ligero toque ecologista. No está mal, porque así se confirmaría así que vivimos en una Segunda Restauración, prácticamente idéntica a la Primera. Tenemos dos partidos dinásticos, apenas distinguibles salvo por su relación con algunas libertades cívicas y su mayor y menos identificación con las consignas de la Iglesia, pero equivalentes en sus propuestas económicas y que se turnan pacífica y periódicamente en el poder. A su lado, una coalición de izquierdistas que apenas se caracterizan más que por su republicanismo histórico, a menudo peleados entre sí y casi siempre inoperantes. Tenemos también una nueva Lliga, dudando entre sus reivindicaciones autonomistas y la coalición con sus intereses económicos, y una emergente Esquerra. Por el norte, además de los bizcaitarras, siguen dando guerra los carlistas, aunque ahora se llamen abertzales. Incluso tenemos una especie de  anarquistas, o al menos algo que produce el mismo pánico a todos los sectores sociales, los terroristas islámicos, con sus magnicidios incluidos. Sólo nos faltaría, para que el panorama fuera más ajustado, que unos tipógrafos (o quizás sus equivalentes actuales, unos informáticos) funden un verdadero Partido Obrero.

Decía que estaba orgulloso, no tanto por la originalidad (basta teclear Segunda Restauración en un buscador para darse cuenta de que muchos articulistas han observado paralelismos similares), sino porque en el tiempo transcurrido ha demostrado que los rasgos comunes se han incrementado. No me atrevo a asegurar que el recientemente fundado Partido Pirata vaya a ocupar en el futuro un papel similar al de los obreristas de entonces como representación de las capas asalariadas, modestas, pero relativamente preparadas desde el punto de vista intelectual. Sigo con curiosidad la evolución en otros países y quizás en España se termine dando algo parecido, aunque por el momento no tengo claro si se consolidará y en qué sentido. También apunto de pasada los muchos paralelismos de movimientos como el 15-M con los libertarios de entonces, con su asambleísmo, sus grupos de afinidad y, también, por qué no, su afición a temas marginales.

Sin embargo, más significativos me parecen otros desarrollos producidos en los últimos años o incluso meses, que son paralelos a los que tuvieron llegar a lo largo de la segunda década del siglo XX.

El más destacado y preocupante lo constituye el descrédito brutal de los políticos y las clases dirigentes. Los políticos de finales de ese periodo histórico sufrieron la crítica completa de los intelectuales, de la llamada opinión pública, de las masas conscientes, de forma que hacia 1920 se encontraban completamente desprestigiados. Se sucedían los llamamientos a cirujanos de hierro, o a dirigentes no políticos. Toda una campaña de regeneracionismo parecía comenzar en el desprecio de los políticos.

La situación actual es demasiado parecida como para que no llame la atención. También se ha producido en los últimos pocos años un crecimiento frenético del antipoliticismo. Es un resultado quizás merecido, pero me temo que exagerado si se reflexiona que no hace distinciones, y que no toca en la misma medida a otros sectores que lo merecen incluso en mayor grado, como los dirigentes empresariales o financieros.

La primera consecuencia de esta tendencia es el previsible crecimiento de las soluciones nacionalistas o populistas. Las primeras, las tendencias a refugiarse en el patriotismo, ya las denuncié hace unos meses y sus riesgos me parecen aún más relevantes tras los recientes acontecimientos en Cataluña. En cuanto al populismo, tendremos en breve la oportunidad de comprobar si se consolidan con fenómenos como el de Mario Conde, que parecerían impensables, pero que ya no extrañarían a nadie tras ver casos como los de Sandokán en Córdoba o Ismael Álvarez en Ponferrada. El caso extremo es obviamente el triunfo de los neonazis en Grecia,  «el último eslabón de la antipolítica», en frase afortunada de Íñigo Sáenz de Ugarte.

Pero sin llegar a estos extremos, la consecuencia más moderada del antipoliticismo son los continuos llamamientos a soluciones tecnocráticas que se han hecho sumamente populares, aunque sean lanzadas por financieros o antiguos empleados públicos.

El último paralelismo que quería subrayar, y que para mí ha sido el más sorprendente, es el descrédito de la monarquía. Hace diez años nadie imaginaría que el rey iba a sufrir un desgaste similar al que tuvo en esos años su abuelo. Bundesarchiv Bild 102-09411, Primo de Rivera y Alfonso XIIIHasta los escándalos de faldas están siendo similares.

Este verano he tenido ocasión de leer la biografía que sobre el antiguo monarca produjo Gabriel Cardona, y la similitud en las personas y los acontecimientos es impresionante (y no intencionada, ya que el libro fue escrito cuando nadie podía imaginar la evolución reciente). No parece que éste actual sea un rey de espadas, como su abuelo, sino más bien de oros, así que si por el momento no hay un Expediente Picasso, no sería de extrañar que los problemas económicos asociados a la corrupción en la Casa Real condujeran a una solución similar a la de 1923. Con un poco de suerte, y dada la naturaleza de los problemas reales (en ambos sentidos de la palabra), esperemos que al menos esta vez el golpe sea con economistas y no con militares.

Es un triste consuelo, pero, ya digo, es que hoy estoy pesimista. Porque nadie aprende de la historia.

25 militares de la República

Al final salió: se acaba de publicar el libro «25 militares de la República», que, editado por el Ministerio de Defensa, recoge las biografías de, como indica el título, 25 militares profesionales que durante la guerra civil defendieron la legalidad republicana, y por ello sufrieron la venganza y la inquina del régimen triunfante. Portada del libro '25 militares de la República'Como hizo notar en la presentación del libro su coordinador, Javier García Fernández, de los veinticinco, siete murieron fusilados, quince exiliados, y tres en España, pero perseguidos o despreciados.

Hago notar un dato que he mencionado, y que podría pasar inadvertido: la obra ha sido editada por el Ministerio de Defensa. Ello es notable, porque por fin desde ese organismo se reconoce el valor de personalidades que fueron miembros de las fuerzas armadas, y de los que éstas no parecían sentirse herederas ni orgullosas. Se trata sin embargo de figuras que cumplieron con su deber de forma estricta: obedeciendo a sus superiores y a la legalidad de su país.

El libro contiene una contribución mía: la biografía del coronel Julio Mangada Rösenorn. Sobre este destacado militar ya he tratado en esta web en diversas ocasiones, dada su fuerte vinculación con el movimiento esperantista. Le había dedicado una amplia semblanza en esperanto, pero faltaba hasta el momento una biografía más completa en castellano. Como he dicho en otras ocasiones, era extraño que una persona que fue tan famosa en diversos periodos de su vida, hubiera sido condenada casi al olvido salvo en ambientes especializados. Peor aún: incluso en estos ámbitos su imagen está claramente distorsionada: se le adjudica una fama de loco, derivada de algunas caracterizaciones de la época, que creo que no merece, o que al menos deben ser fuertemente matizadas.

No voy a negar que ciertos rasgos de Mangada le acercan a una figura quijotesca, en ambos sentidos de la palabra («hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo» y «hombre alto, flaco y grave, cuyo aspecto y carácter hacen recordar al héroe cervantino», según el DRAE), y así lo he hecho notar en el texto. Pero espero haber dado los elementos de juicio necesarios para que cada lector saque una conclusión más fundada sobre su personalidad, sobre la que ha caído un juicio que sucesivos historiadores habían aceptado hasta ahora con poco espíritu crítico.

La biografía que he publicado cubre todas sus facetas: su vida personal y profesional, su activismo, su relación con diversos movimientos sociales, sus momentos de brillo y su posterior apagamiento, las opiniones muy polarizadas sobre su papel militar y político y sobre su carácter. En el proceso de edición se ha suprimido una parte de su relación con el esperanto, una de las actividades que más le ocuparon, y que en gran parte permite valorar su carácter, ya que su aproximación a este idioma estaba netamente ideologizada. Tampoco ha cabido la discusión sobre su amplia obra escrita, algo que le diferenciaba de la mayoría de sus colegas de armas. Es una pena, porque creo que completaban bien su figura, aunque comprendo que en el contexto de una obra como ésta no se puede profundizar en todos los aspectos que definen la personalidad de los biografiados.

Jorge Martínez Reverte y Javier García Fernández durante la presentación del libro '25 militares de la República'No sé si la obra va a tener la difusión que merece, y va a conseguir el objetivo que sería deseable. En los medios sólo he visto hasta el momento un reportaje amplio: la entrevista que «Público» hizo al coordinador del libro. La primera noticia sobre éste, no obstante, fue indirecta: el artículo de Ángel Viñas en «El País» sobre uno de sus biogrados, el coronel Segismundo Casado. Se trata sin embargo de un artículo que ilustra uno de los problemas historiográficos del que este libro al parecer no se libra: que incluso tras más de setenta años es difícil evitar la guerra cainita en el interior del campo republicano. Las polémicas sobre las culpabilidades de cada facción son irreconciliables, y aparecen a poco que se rasque. De hecho, en la propia presentación del libro se reprodujeron estas diferencias de opinión, en la intervención de Jorge Martínez Reverte, que copresentó el acto (y que aparece en la fotografía adjunta, junto con Javier García Fernández), y en el debate posterior. A mí no me parece mal el debate (y de hecho he expresado mi opinión en este mismo blog), pero me parece que a menudo la pasión puede sobre la objetividad, y que no era éste el lugar más adecuado para tratar un tema importante, pero que puede oscurecer el objetivo principal de la obra: recordar a aquéllos a quienes su condición de perdedores les hurtó de ser reconocidos como se merecen, incluso por la institución, el ejército, que tantos sirvieron con lealtad y honestidad.

Homenaje a los internacionales

Estas semanas se están multiplicando los homenajes a las Brigadas Internacionales, con ocasión del 75 aniversario de su fundación. Los ha habido en Madrid, en Albacete, y ahora en Barcelona, lugares muy unidos a la trayectoria de estos voluntarios cuyas convicciones e ideales les trajeron a España  para colaborar en la lucha contra el fascismo. Homenaje a las brigadas internacionalesAsistí a una parte del homenaje en Madrid, pero no he podido hacerlo en Barcelona, y eso que me habían invitado a participar en uno de los que se van a llevar a cabo: el que ha organizado la Asociación Catalana de Esperanto para este domingo, como una de las actividades del Congreso Catalán de Esperanto.

Y es que hubo una relación entre las Brigadas Internacionales y el esperanto: hubo muchos brigadistas que hablaban este idioma internacional, en el que se desarrollaron además numerosas acciones en defensa de la legalidad republicana. No me extiendo mucho ahora, ya que lo hice en otro escrito, del que hablé ya antes aquí, que presenté en un congreso de historia, y que se puede leer directamente en la Red. Por esta razón la asociación me había invitado a participar en el homenaje, pero por razones personales, y también llamémoslas institucionales, no he podido participar. Pero sí quería dejar constancia del acto, y animar a los barceloneses que me lean a pasarse por el Fossar de la Pedrera el domingo 30 a las 11,30.

Ya de paso, aprovecho para informar de que he puesto en la red la traducción al catalán del artículo que sobre el movimiento obrero esperantista, y su vertiente cultural y educativa, se había ya publicado en esperanto en un libro al que ya hice mención hace algunos meses, y que también era accesible en castellano. La versión catalana, traducida por mi amigo Víctor, ha aparecido en el último número de Kataluna Esperantisto, y me ha parecido oportuno también hacerlo más accesible en html.

Gràcies amics, i bon congrés!

Esperantistas en el primer gobierno vasco

Hoy se cumple el 75 aniversario del primer gobierno vasco, constituido un 7 de octubre durante la guerra civil. Aunque ya lo he comentado en alguna otra ocasión en esta web, no quería dejar pasar la ocasión sin hacer un pequeño homenaje a los dos activos esperantistas que formaron parte del mismo: los socialistas Juan Gracia y Santiago Aznar.

Juan Gracia Colás fue consejero de Acción Social, y llevó a cabo una meritoria labor, muy apreciada por todos los historiadores, y especialmente por los niños supervivientes de algunas de las campañas de apoyo a refugiados que él organizó. Antes había sido responsable de las Juventudes Socialistas, teniente alcalde de Bilbao y había dedicado mucho tiempo y esfuerzos a las lucas poñíticas y sindicales. Le dediqué una conferenciaJuan Gracia Colás durante el Congreso Europeo de Esperanto de Bilbao que tuvo lugar en el 2004, y que alguna vez tengo que encontrar el tiempo de traducir o al menos resumir. Baste por el momento con decir que dio muchas conferencias y cursos sobre el esperanto, y fue durante algunos años presidente del Grupo Esperantista de Bilbao. Falleció poco después de terminar la guerra, en el exilio, huyendo de los nazis que acababan de invadir Francia.

Santiago Aznar Sarachaga, activo dirigente de la UGT, fue consejero de Industria. A él le dediqué unas pinceladas en una entrada del blog anterior, aprovechando las informaciones que sobre su relación con el esperanto contenía una breve semblanza autobiográfica que me hizo llegar amablemente su nieto político (en el sentido familiar), el ex dirigente peneuvista Iñaki Anasagasti.

Me alegro de ese reconocimiento. Ambos son buen ejemplo de ese tipo de trabajador consciente y deseoso de educarse y superarse, que dio magníficos dirigentes obreros, y para los que en ocasiones, como ya comenté en otro momento, el esperanto era una manera de salir de los estrechos límites impuestos por la educación de aquellos años y por los condicionantes de clase.

No es que yo esté muy de acuerdo con algunas de las decisiones y actitudes que se tomaron en ese gobierno, pero de los méritos de ambos apenas es posible dudar. Y no sólo como esperantistas 😉

Educación obrera y cultura alternativa

Mañana, viernes 8 de abril, se abre una sección de esperanto en la librería anarquista «La Malatesta» de Madrid, en colaboración con la Asociación Izquierda y Esperanto SATeH. Con tal motivo tendremos una charla sobre «Esperanto, movimiento obrero y anarquismo», a partir de las 7,30.

Aprovechando la ocasión, he dado los últimos retoques a la versión en castellano de un artículo que publiqué el año pasado en un libro colectivo en esperanto, y que trataba sobre las razones y circunstancias por las que los obreros aprendían esperanto en la España de comienzos del siglo pasado. Su título: «Entre educación obrera y alternativa cultural». Dado que es un poco largo, también hay una versión en pdf, por si resulta más cómodo de esta forma.

Pronto vendrán también la versión original en esperanto, y también una traducción al catalán. Pero sirva esto como aperitivo para el acto de mañana, por si estás en Madrid y te apetece venir.

El baile de Natacha

Siempre me pareció un procedimiento perezoso el que habitualmente utiliza(ba) Mario Vargas Llosa en sus artículos de prensa: tomar el último libro o texto leído, resumirlo y añadir un par de opiniones. Pero como acabo de pasar un par de semanas de vacaciones, voy a sucumbir a esa tentación y emplear en mis próximos artículos el mismo método: voy a hacer unos comentarios sobre alguno de los libros leídos. Prometo no abusar demasiado, pero quizás algunos de los comentarios (ni siquiera críticas) pueden resultar interesantes en algún caso.

Dos comentarios en concreto quiero hacer sobre “El baile de Natacha”, de Orlando Figes, un análisis clásico de la historia cultural de Rusia durante los últimos siglos, que sólo ahora he tenido ocasión de leer en su versión original (cumpliendo mi promesa, tantas otras veces rota, de no leer obras especializadas en traducciones). Confieso que el reciente escándalo en el que el autor (o su esposa, en este caso no importa mucho el detalle) se vio expuesto, al ser descubierto haciendo críticas anónimas maliciosas sobre libros de colegas competidores, estuvo a punto de echarme para atrás, pero he preferido no verme influido por una cuestión personal, incluso si puede resultar reveladora.Natasha's dance

Como decía, no quiero hacer una crítica sistemática, porque me faltan conocimientos para ello, y porque me interesaría más conocer el punto de vista de algún ruso (para lo que he pedido ayuda en un texto paralelo en esperanto), pero sí hay dos observaciones que quería compartir, una de las cuales al menos quizás sea algo original.

LA CULTURA ES POLÍTICA

Esa al menos es la conclusión que se puede sacar del libro. Aunque según el (sub)título la obra trata de cultura y arte, en realidad su tema es la política y las ideas. No lo apunto como crítica, sino al contrario. El libro muestra cómo la cultura no es una superestructura que cae del cielo, sino que se encarna en la sociedad en la que nace. Ese es uno de los puntos fuertes del libro, que explica claramente para personas como yo, que conocen gran parte de la cultura rusa desde un concepto y unas circunstancias lejanas, el fondo en el que las obras surgieron.

Incluso en la literatura, donde es más fácil percibir ese fondo, puede ocurrir, como a mí mismo me pasó hace no mucho, que uno lee “Almas muertas”, de Gogol, sin enterarse realmente de lo que pretendía el autor ni de lo que hay en la novela detrás de unas aventuras más bien superficiales. Más aún en música: mucho me gustan Glinka, o Chaikovski, o Prokofiev, y nada sabía sobre las razones de los estilos y estructuras que gobiernan sus obras. Sólo quedaba la pura forma.

En este contexto, en la relación entre cultura y política, el libro de Figes presenta dos partes muy diferenciadas: la época anterior a la Revolución y la posterior.

En la primera, el gran hilo conductor es la relación entre las grandes corrientes que gobiernan la cultura y las ideas de Rusia, y no sólo las tópicas europeísta y eslavista, sino todos los matices en su seno y entre ellas. Este me parece a mí el gran mérito de Figes, que no simplifica estos debates y enfrentamientos, sino que muestra los múltiples matices, flujos y complejidades del debate, tantas veces simplificado. No puedo juzgar la exactitud de su análisis (para eso haría fácil un especialista, o un ruso), pero no puedo por menos de hacer notar los paralelismos con algunos de los debates similares que se encuentran a veces en la historia cultural de España, entre europeístas y casticistas. Incluso el papel de las guerras napoleónicas en el desarrollo del debate, o en la propia política general fue similar en Rusia y en España (por ejemplo, pocos años separan el intento de golpe de los decembristas y la revolución de Riego, tan parecidos en muchos aspectos). También en esta península los intelectuales y literatos fueron en un momento dado a buscar el alma del país en los campesinos castellanos, para encontrarse al final que éstos apenas tenían nada que ver con sus ensoñaciones, ni entendían el objeto de su búsqueda (sobre la fascinación, incluso actual, de las capas medias urbanas por los aldeanos habría mucho que hablar, y quizás algún día lo haga con más detalle)

No quiero forzar demasiado las analogías, ya que seguramente ello se debe a alguna ley de la historia, o a un rasgo más general del desarrollo social en otros territorios de la periferia de Europa, pero no puedo por menos que mencionarlo. Y quizás mostrar que posiblemente estaban errados los eslavistas rusos (y los casticistas españoles), cuando se creen que su país es único y especial. Desgraciadamente, Figes no parece ser consciente de estas similaridades, y trata la polémica como un rasgo propio de la historia rusa.

El gran esfuerzo por matizar los debates y mostrar sus complejidades, desaparece en el libro, en mi opinión, cuando se llega al periodo de la Revolución Rusa. Me parece que aquí para el autor vale una sola regla: el artista es bueno sólo si o cuando choca con el Estado comunista. Si en el periodo anterior la cultura es política, en el sentido de que sigue las ideas y la evolución social del periodo, ahora la relación con la política pasa a ser en el sentido más directo: en lo que se relaciona con el poder. Aquí el autor toma partido, claro y evidente, occidental, sin matices. Hasta el arte revolucionario sólo vale si en un momento posterior es atacado por el poder, no por sus intenciones, méritos y resultados.

Es una pena, porque me da la impresión que éste es el canon que va a triunfar sobre el arte y la cultura rusas, al menos fuera de ese país. Como una confirmación de que la historia la escriben los vencedores.

¿ES QUE NO HUBO CIENCIA EN RUSIA?

El segundo punto que quería comentar sobre el libro es un tema que ya he tratado en otras ocasiones en este blog y en otros lugares: ¿es que la ciencia no es cultura?

Es asombroso que en un libro subtitulado “Una historia cultural de Rusia” apenas se trata la ciencia en ese país. ¿Es que no se hacía ciencia en Rusia en ese periodo? ¿O quizás el autor considera que la ciencia no es una parte de la cultura? Seguramente esto último es la explicación: 50 años después de la famosa conferencia de C.P. Snow, los historiadores culturales siguen considerando la ciencia como algo aparte. Y es una pena.

En algún momento del libro de Figes se trata alguna ciencia social: historiografía, geografía, antropología, crítica literaria. Cuando se encuentra alguna relación con las ciencias sociales, el biología o la geología pueden aparecer brevemente, pero las ciencias naturales brillan por su ausencia.

¿Cómo es posible que en un libro tan amplio no aparezca el nombre de Mendeleyev? En el índice hay dos referencias a Lomonosov, pero en una de ellas en su calidad de poeta. Los experimentos de Pavlov se mencionan para pasar a tratar sus consecuencias no estrictamente científicas. Kapitza y Sajarov se mencionan sólo de pasada, al tratar de una obra de ciencia-ficción. El rol de Lysenko y sus teorías son fundamentalmente malinterpretados por el autor.

Es más, la ciencia y la técnica aparecen en contextos negativos, como si el interés por ellas fuera contrario al verdadero desarrollo espiritual.

Y sin embargo, un estudio sobre el desarrollo de la ciencia y el papel de los científicos en Rusia pdrían decir mucho sobre el progreso cultural y social del país, y específicamente sobre la dialéctica entre europeísmo, eslavismo, aislamiento o apertura que atraviesan todo el libro.

¿Es por ignorancia, por desprecio, por prejuicios? En cualquier caso, hasta que los historiadores de la cultura no tengan en cuenta el desarrollo científico, sus obras, incluso las más meritorias, estarán siempre cojas.