¡Mira que se avisa a los estudiantes de que no deben fiarse demasiado de la Wikipedia, y de que deben buscar referencias fiables! Pues bien, parece que esa advertencia debería uno dirigírsela primero a los profesionales y a los medios de comunicación.
Hace ya unos años trataba en este blog no tanto sobre los peligros de la Wikipedia, que son bien conocidos, sino, especialmente, sobre el riesgo de que los errores y troleos se podían trasladar fácilmente a otros medios, que luego a su vez se convertían en fuentes de referencia para la propia enciclopedia, cerrando así el círculo y perpetuando la equivocación (lo hacía, por si a alguno le pica la curiosidad, por la afirmación de algún periódico de que el entonces cardenal de Sri Lanka era un firme candidato al papado y hablaba esperanto)
Pues bien, me acabo de encontrar otro ejemplo. Y aún más embarazoso.
Escuchaba hace unos días una emisión atrasada del conocido (y casi solitario) programa de divulgación científica de Radio Nacional de España “A hombros de gigantes”, cuando me encontré con la explicación sobre el origen y etimología del botiquín. Al parecer, este conveniente elemento médico fue inventado por el ruso Dimitri Ivanovich Votikyn, que le dio su nombre, aunque parece ser que le había robado el concepto a un alemán llamado Wilhelm Wienerschnitzel (que, al parece, conservó el consuelo de que en alemán es su apellido el que se emplea para designar el maletín)
Mmmm, no sé. ¿A nadie le resulta sospechosa esa historia? Quizás es que yo, a pesar de mi educación de ciencias, me interese por los aspectos filológicos, y tenga un cierto instinto lingüístico, pero el caso es que no cuadra mucho. No hay muchas palabras rusas en castellano, pero, sobre todo, ¿no se parece demasiado la palabra BOTIQUÍN a botica, boticario, y palabras similares relacionadas con la apoteka (incluyendo las bodegas y bodegueros)? Yo desconfío mucho de las etimologías populares, y no puedo evitar que se me enciendan alarmas cada vez que, por ejemplo, en un concurso televisivo muy popular sobre palabras se habla sobre orígenes de dichos y expresiones (muy a menudo con un tufo que tira para atrás de caprichoso)
Así que busqué en la red. Y me encontré con muchos otros lugares donde se recogía esa historia. A comenzar por la mencionada Wikipedia, pero también webs de entidades médicas o culturales como algún museo. Sin embardo, un repaso por la misma RAE o por otras entidades más fiables confirmaba el parentesco, evidente, del botiquín con la botica.
Es decir, lo de Votikyn es un invento. Es más, si en la propia Wikipedia se busca el equivalente alemán, por ningún aparece el señor Wienerschnitzel, que, por otro lado, es… ¡un plato de cocina! (el escalope vienés, por si alguien quiere buscarlo).
Es decir, que algún trol se la ha colado a todas esas webs y a algún divulgador científico que no ha tenido la preocupación de hacer sus deberes. Claro, que no me extraña, porque ya en otra ocasión tuve la ocasión de sufrir su falta de rigor cuando trató en el mismo programa sobre el iniciador del esperanto, el también médico Lázaro Zamenhof, de una forma tan frívola que daba vergüenza ajena.
Pero si vuelvo a traer este fenómeno al blog es porque hay una vuelta de tuerca: creo que en esta vez no tiene la culpa la Wikipedia, sino que a esta le ha llegado la historia de una manera indirecta. En realidad, la historia aparece en Wikipedia en abril del 2020, y muchas de estas webs que la recogen son previas. Es más, puede seguirse cuál de ellas la han tomado de la Wikipedia por la aparición de un error ortográfico, en el supuesto nombre alemán: Whilhelm en vez de Wilhelm Wienerschnitzel.
Y creo que he encontrado la fuente original, y es más embarazoso de lo que había supuesto: se trata de la Inciclopedia, la versión paródica de la Wikipedia. Allí es donde nace al parecer la historia, con un invento típico de esa web.
El artículo es graciosillo, más elaborado que muchos de otras webs que pasan por serias (con algún párrafo impagable, como “Siempre, siempre, SIEMPRE recuerde identificar y distinguir apropiadamente el termómetro oral y el rectal”). Quizás por ello algún investigador no se dio cuenta de su carácter satírico y lo incluyó en su bibliografía. A partir de ello el conocido efecto bola de nieve de la Red empezó a funcionar, y se transmitió a otras publicaciones. De éstas, ya como fuente fiable, la historia pasó a la Wikipedia, y de ahí a los programas de divulgación científica.
Así que la moraleja está clara. No te fíes de la Wikipedia, ni siquiera cuando sus informaciones procedan de otras fuentes. Y si eres responsable de un programa de divulgación científica, emplea el sentido crítico y ejerce un poco de rigor; es lo menos que se te puede pedir.