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Democracia y etnismo

En los análisis sobre los acontecimientos democratizadores en el mundo árabe, hay un aspecto al que creo que se está dando demasiada poca importancia, y que a mí me parece crucial para entender ciertas dinámicas de resistencia poco consideradas en Occidente: el miedo a la opresión religiosa y a la limpieza étnica. El primero si es mencionado en ocasiones en conexión con el riesgo del islamismo, pero en general la posible opresión de las minorías es algo mucho menos analizado de lo que merece.

Y es que la democracia tiene un lado oscuro, para utilizar la expresión que da nombre al libro del sociólogo Michael Mann. Se trata de un libro controvertido, pero su interés es máximo, y además es muy oportuno. Trata sobre la limpieza étnica, y su tesis principal es que en determinadas circunstancias este fenómeno es una consecuencia natural de la democracia. Cuando se crea una sociedad civil, se pueden producir dinámicas en las que una parte mayoritaria de la población se enfrenta a una minoría definida, por ejemplo una etnia, a la que trata de asimilar, o, en casos extremos, eliminar. Puede ocurrir, por el contrario, y de forma contra-intuitiva, que las dictaduras sepan manejar mejor ese enfrentamiento étnico, evitando genocidios o limpiezas a gran escala.

Es, ya digo, un tema de plena actualidad, ahora que en ciertos países, por ejemplo los árabes, como ya ocurrió en el este europeo, se están dando fenómenos de democratización que van a permitir la participación de las masas, pero que han ocasionado o pueden ocasionar también enfrentamientos interétnicos, que hasta ahora estaban de alguna manera controlados, aun de forma imperfecta. Negros detenidos en LibiaPor ejemplo, lo vimos en los países salidos de la antigua Unión Soviética, y lo hemos visto estos años pasados en el caso de Irak, en donde la desaparición de un dictador dio paso a una dinámica de guerra sectaria, que ha llevado a las limpiezas étnicas dentro de determinadas zonas, y a la práctica pronta desaparición de comunidades tan tradicionales pero minoritarias como los cristianos. Se ha visto algo parecido las últimas semanas con el acoso a los coptos en Egipto o los asesinatos de negros y la persecución de los tuaregs en Libia.

Debo confesar que, como decía en mi artículo anterior, no he terminado de leer el libro, que he tenido que dejar tras el primer capítulo, cansado de una pésima traducción, que me impide enterarme de lo que el autor pretende comunicar, por lo que no puedo asegurar que reflejo bien el planteamiento y la tesis, y tampoco puedo juzgar si esas afirmaciones se demuestran convincentemente. Pero no me parece inverosímil, ya que otros estudiosos, como el fascinante Gellner, han hecho ver cómo el nacionalismo es un fenómeno moderno, derivado de la participación de las masas en el ámbito político, y cómo el estado-nación tiende a la homogeneización, bien integrando o expulsando minorías, bien creando nuevas sub-entidades donde las antiguas minorías repiten el fenómeno.

Aunque se han producido genocidios en dictaduras, el fenómeno de la limpieza étnica no es ajeno a la democracia, y parece que es más habitual en casos de sociedades que se libran de una dictadura, o en las que se produce cierto consenso democrático en al menos una parte de la población.

En este sentido, me parece que el caso de Siria puede dar lugar a problemas similares a los antes mencionados, y creo que el estudio de tesis que hacen ver los inconvenientes de fenómenos de transición democráticos puede ser útil. Lo cual no quiere decir, por supuesto, que me oponga a una evolución hacia mayores cotas de participación ciudadana en estos países, especialmente cuando están podridos por la corrupción y los abusos, sino que quiero hacer reflexionar sobre el discurso simplificador de que todo intento democratizador es positivo sin más (además de que no me creo la retórica de los gobiernos occidentales, pero esto es otro debate en el que no voy a entrar ahora). Creo que muchos opinadores sobre los sucesos de Siria no tienen en cuenta el miedo de las minorías (alauíes, cristianos, drusos o curdos) hacia una opresión por parte de las mayorías, algo muy habitual en procesos de consolidación de un estado-nación.

No es extraño que en ciertas etapas de formación de los estados, un gobierno autoritario, gestionado por parte de una minoría, sea más estable y menos violento, incluso si es más injusto. En ese sentido, un proceso democratizador debe asegurar mecanismos de protección, al menos de forma transitoria. En fin, que las razones democratizadoras que se muestran en el Occidente para apoyar la llamada primavera árabe, parecen más una simplificación, o una mera excusa, que algo pensado en profundidad.

Un temor similar se me presenta en el caso de Sudán del Sur. Aquí de nuevo parece que soy completamente minoritario, si se considera la práctica unanimidad de la opinión pública en la alegría por la creación de un nuevo país, que divide a la población negra del sur de los árabes del norte. A algunos les parecerá extraño que me preocupe una decisión que ha tomado el 99% de los habitantes de un territorio y ha aceptado la otra parte a quien afecta la decisión. No soy yo quien debe decidir la organización política de un país del que no sé casi nada. Pero quiero hacer notar que la secesión es a la vez un gran fracaso y una importante amenaza.

Fracaso, porque supone abandonar esfuerzos de creación de una sociedad laica e integradora. El propio fundador del partido hoy en el poder en Sud-Sudán, John Garang, fue un defensor de un Estado laico e integrador para todos los sudaneses, y su muerte y los acontecimientos posteriores han acabado con ese sueño. Ahora vamos a tener dos estados definidos por la raza y la religión, en vez de por un sentido cívico de pertenencia, y no creo que eso sea un buen resultado. Lógicamente, las minorías en ambas partes se van a ver presionadas aún más, porque lo que nunca consiguen estos acuerdos es crear estados monoétnicos. Sin embargo, al definirse por la etnia o la religión, adquieren una mayor legitimidad para homogeneizar o perseguir el resto de minorías. Lo vamos a ver, desgraciadamente, en ambos nuevos estados, que no son, ni mucho menos, monoétnicos, ni siquiera tras la división. [NOTA: Para quien quiera leer análisis más profundos sobre Sudán, Le Monde Diplomatique publicaba en febrero sendos artículos de Marc Lavergne y Gérard Prunier, que recomiendo; desgraciadamente las versiones en español no están en red (1, 2); yo las he leído en Esperanto (1, 2) pero también son accesibles en francés (1, 2) y en un caso en inglés (1)]

A la vez es una amenaza, porque, como ya ocurrió en el caso de la división entre la India y Pakistán, que yo considero que es la mayor tragedia que ha ocurrido en el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, y cuyas desgraciadas y mortíferas consecuencias no hemos terminado de ver todavía, las secesiones rara vez eliminan o disminuyen los conflictos armados y las limpiezas étnicas. También allí, como ahora, quedaron fronteras sin ajustar. Lo mismo sucedió en un lugar mucho más cercano a los países ahora nacidos: la división entre Etiopía y Eritrea, que ya mencioné cuando hablé de mi oposición (tan minoritaria también) a la secesión del Sáhara Occidental. La independencia de Eritrea no condujo ni a la paz, ni a la prosperidad, ni a la democracia. Lo mismo va a ocurrir ahora, desgraciadamente, en el caso de los dos Sudanes (y lamento ser agorero, pero me temo que el tiempo me va a dar la razón)

A veces tendemos a ver el etnismo como una supervivencia de tiempos bárbaros. Sin embargo, más bien suele ser un fenómeno moderno, propio de democracias o de procesos de consolidación estatal, en los que el grupalismo puede desempeñar un papel básico en la formación de la sociedad civil. Si fuéramos más conscientes de esta característica, quizás podríamos desarrollar mejores tácticas para prevenir genocidios y limpiezas étnicas, en vez de fiarnos de análisis que yerran en sus causas.

Versión en esperanto

Penosa traducción en los libros de humanidades

Hace tiempo escribí un texto quejándome de la baja calidad de las traducciones científicas. Como dije allí, este es un asunto que las editoriales no cuidan apenas, de forma que suelen encargar la labor, bien a un traductor profesional que domina los dos idiomas, pero no la materia que está tratando, o a una persona con formación científica, pero que no es un profesional de la traducción, con lo cual el estilo suele ser deficiente, y en el texto se cuelan falsos amigos e incorrecciones. Aunque en aquel momento me centré en la ciencia y sobre todo la divulgación científica, este fenómeno es una plaga que no se limita sólo a este género, sino que se extiende a otros campos no literarios, incluyendo los ensayos y la divulgación en materia de humanidades (lo que, por cierto, demuestra, por si hacía falta, que esta división entre ciencia y humanidades no tiene ninguna razón de ser, y que la verdadera división en los libros se produce entre ficción y no-ficción)

Tan raro es encontrar una buena traducción, que cuando alguna vez la he destacado, lo he subrayado aquí. De hecho, en este blog ya lo había mencionado en más ocasiones, e incluso comenté que iba a dejar de leer libros traducidos, si puedo encontrar el original y conozco algo el idioma.

Ahora me he encontrado con un libro que tenía mucho interés en leer, y que voy a abandonar tras el primer capítulo, porque su traducción es atroz. Y eso que el libro es famoso, y la editorial pertenece a una universidad. Se trata de “El lado oscuro de la democracia”, de Michael Mann, y la razón por la que estoy interesado en el libro la iba a contar aquí, pero como el texto se va a hacer algo largo, lo dejo para el próximo artículo.

Ahora voy a comentar sólo algunos de los errores de la traducción, para que se vea que no se trata sólo de pequeños fallos, que a todos se nos escapan, sino de una auténtica chapuza, que avergüenza sobre todo a la entidad que la ha encargado, ni más ni menos que el Servicio de Publicaciones de la Universitat de València.

Veamos algunos ejemplos, aprovechando que parte del libro original es accesible en Google Books y he podido comparar ambas versiones. Empecemos por cuatro casos en los que la traducción es incorrecta o suena rara, pero al menos se entiende el sentido de lo que el autor quería decir:

  • Landlord and Kulak classes were exploiting the nation
    Se ha traducido como «el señor y las clases kulak explotaban a la nación» ¿Es que la traductora no sabe lo que eran los kulaks? Se trata evidentemente de «las clases de los terratenientes y los kulaks»
  • An effective Goth wants to be like a Roman; only a poor Roman would want to be a Goth
    Es una frase que se atribuye al rey ostrogodo Teodorico. En el libro se traduce como «Un godo eficaz quiere ser romano; sólo un pobre romano querría ser godo» ¿Tiene eso algún sentido? ¿Qué significa un godo eficaz? Evidentemente, es mejor la que se encuentra a poco que se mire en la Red: «Un godo que se precie quiere ser como un romano; sólo un romano pobre querría ser como un godo»
  • The Pacific Front in World War II
    Se traduce como “El Frente Pacífico”; aquí debo reconocer que esta expresión se puede encontrar en muchos otros lugares en la red, y que alguno podría defenderlo; sólo lo menciono porque creo que se trata de pereza y no heberse parado a pensarlo: en la Guerra Mundial no hubo un Frente Pacífico, casi por definición, sino un Frente del Pacífico.
  • Party-states
    Estoy de acuerdo que no es fácil encontrar una traducción exacta y válida en todos los casos para esta expresión, pero desde luego en ningún caso «Partidos-estados».

Pero lo que considero más grave son los casos en que no se entiende para nada el sentido de lo que uno está leyendo, y al final resulta que se dice lo contrario de lo que el autor pretendía. Eso demuestra que no se trata sólo de una mala labor del traductor, sino que ningún especialista ha controlado el contenido del libro, y la editorial no se ha preocupado ni lo más mínimo de asegurar su calidad. He sufrido esa impresión de forma continua en lo que leía, pero hay tres casos en que la confusión era tan evidente, que he intentado localizar el original, para ver cuál era el sentido de lo que Mann quería decir, y, aquí están los resultados.

  • Página 33: «Según la teoría de la sociedad civil, la democracia, la paz y la tolerancia se dan cuando los individuos están involucrados en ricas y vibrantes relaciones sociales alimentadas por instituciones que voluntariamente les protegen de la manipulación de las élites estatales (…) y más adelante veremos que eso también fue cierto en el caso de los nacionalistas serbios, croatas y hutus. La sociedad civil puede ser perversa»
    No sé para los demás, pero para mí esto no tiene sentido. Y en efecto, si se busca el original, se constata que donde he escrito el símbolo (…), que en la versión española contenía una referencia bibliográfica, en la versión inglesa hay además una refutación de la frase anterior, que ha desaparecido en castellano, y que puede traducirse así: «Esto es una ingenuidad. A menudo los etnonacionalistas radicales tienen éxito justamente porque sus redes en la sociedad civil son más densas y más movilizadoras que las de sus rivales más moderados. Esto fue cierto en el caso de los nazis…» Lo cual ya sí es una frase con sentido, y especialmente perspicaz, muy pertinente en el análisis de los nacionalismos étnicos.
  • Página 44: «A diferencia del capital y del trabajo, la tierra es infinita. La posesión excluye a los otros del uso.» De nuevo esto no tiene sentido. Lo que dice el original es «Unlike capital or labor, land is finite. Possession excludes others from its use.» Es decir, justamente lo contrario: que la tierra es finita (lo cual explica gran parte de las limpiezas étnicas en sociedades campesinas)

Y para rematar:

  • «El hecho de que Nerón fuera el chivo expiatorio de los cristianos del gran incendio de Roma y de los ataques a los judíos en la Europa de la Edad Media, son claros ejemplos.» Hace falta no tener ni idea de historia, o haber hecho las cosas muy rápido, para no darse cuenta de que algo falla aquí. Y, claro está, la frase dice en realidad «Nero’s scapegoating of Christians for the great fire of Rome and attacks on Jews in the European Middle Ages are obvious examples.» Es decir, es al revés, que Nerón utilizó a los cristianos como chivos expiatorios (bueno, eso no está tan claro, pero no vamos a discutirlo ahora), y que lo de los judíos es otro ejemplo de lo que se comenta, y que no tiene nada que ver con el pobre Nerón.

Aquí, en la página 49 de la edición española, se me ha agotado la paciencia. Intentaré conseguir la edición original, o cualquier otra en cualquier otro idioma. Pero pretender penetrar en lo que quiso decir el autor, a través de una malla de palabras al azar, eso es agotador.

Es un caso muy extremo, pero de ninguna manera único. A poco que uno sea consciente, este tipo de mala traducciones es muy habitual en este género. Me está costando mucho terminar otro libro, «La extraña muerte del marxismo», de Paul E. Gottfried, y me temo también aquí que la mala traducción está contribuyendo a ello, aunque me queda la duda de que el contenido y estilo del propio texto original contribuyan a ello. Al fin y al cabo, que en Europa editemos y leamos el análisis sobre la izquierda europea, hecho por un norteamericano que obviamente conoce menos que nosotros sobre el contexto político del continente, es una buena demostración de hasta qué punto llega el imperialismo lingüístico y cultural. Pero, como decía, tampoco ayuda una traducción que, por limitarse a dos páginas contiguas, confunde expatriado con exiliado (p. 69) o que interpreta «the core region that benefits from economic development may continue to widen» como «la región central beneficiaria del desarrollo económico puede continuar con su vaciamiento».

Estamos en periodo de transformación en el mundo editorial, con cambios en la forma de acceder a los libros, y mayor accesibilidad de materiales que antes eran difíciles de obtener, por extranjeros, minoritarios, o caros. Si las editoriales y los servicios de publicaciones no se aseguran de proporcionar una mínima calidad, no tienen ningún futuro.

Así que, por favor, cuiden la traducción de las obras de no-ficción. Es un trabajo muy importante, tanto o más que el de la narrativa. Encarguen el trabajo a especialistas y asegúrense de que se revisa adecuadamente. Los lectores somos exigentes, y no nos conformamos con chapuzas.